Estudiante de sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y coordinador de redes sociales de Students for Liberty México
En el presente trabajo pretendo ilustrar las agresiones contra la libre empresa deliberadas desde el poder del Estado, y el cómo repercuten en una sociedad particular. El intervencionismo en los precios conduce a algunos fenómenos como la escasez y el saqueo institucionalizado. Para explicarlo emplearé el método de Max Weber, basado en el dualismo metodológico, consistente en relaciones causales y su interpretación, así como el estudio de los tipos ideales, construidos a partir de referencias teóricas y observacionales. El tipo ideal propuesto está basado en Ludwig von Mises y su análisis sobre el intervencionismo estatal. La evidencia empírica de Venezuela constituye en buena medida un campo de estudio pertinente para verificar dichos postulados. Finalmente, a manera de reflexión, revisaré la pérdida de la libertad a la que se ha sometido América Latina.
El objeto de estudio de este ensayo es determinar las consecuencias de la agresión del gobierno venezolano en contra de la función empresarial. Desde el anterior gobierno, encabezado por Hugo Chávez las prácticas iniciaron, y en el actual gobierno de Nicolás Maduro se han intensificado estas acciones. Las consecuencias de ello se han hecho presentes en la compra de productos a precios bajos artificialmente, escasez de productos básicos e inflación. El mandatario se ha decidido a combatir el último fenómeno, ignorante tal vez de que su propia política genera dicha inflación.
A partir del tipo ideal de “intervencionismo” que describe Ludwig von Mises, contrastado con la realidad venezolana se podrá analizar tal problema, así como de otros tipos ideales derivados del problema. Asimismo, partiendo de leyes hipotéticas económicas se explicará la causa de tales fenómenos. Por otra parte, la agrupación y correlación de factores individuales, comprendiendo su relevancia. Subsiguientemente, buscar la génesis histórica de los fenómenos. Finalmente, evaluar la posibilidad futura de dichos factores.
Weber, a diferencia de la tradición positivista, reconoce que el ser humano al ser investigador social no puede mantenerse neutral en sus convicciones, pues es parte de la sociedad. Ello, no obstante lo diferencia del conocimiento, remarcando que el investigador debe recalcar cuándo deja de analizar y comienza a dar su opinión valorativa. De igual forma, el análisis individual de los fenómenos a través de los medios para conseguir ciertos fines que propone Weber satisface las necesidades explicativas de los fenómenos que nos ocupan.
El intervencionismo es definido por Mises como aquél sistema que pretende conservar la propiedad privada de los medios de producción, restringida bajo ciertas órdenes autoritarias, sobre todo prohibiciones, que restringen las acciones de los productores privados. Si las razones del Estado determinan qué deba de producirse, y cómo haya de producirse, se caerá en socialismo, aunque se conserve el título de propiedad privada. Sin embargo, el intervencionismo no pretende eliminar la propiedad, tan sólo limitarla. Pretende crear un tercer orden, un punto medio entre el régimen de propiedad privada y el de propiedad pública. Trata de evitar los “excesos” y males del capitalismo, conservando las ventajas de la iniciativa individual, imposibles en el socialismo.
En contraste, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro ha declarado una “guerra económica” contra la “burguesía” que en su opinión, pretende subir los precios arbitrariamente a costa del pueblo venezolano. Para ello pretende bajar los márgenes de ganancia de los empresarios a tan sólo 15 o 30 por ciento, pues las autoridades del Estado venezolano conjeturan y aseguran que compañías inescrupulosas han estado elevando los precios de artículos electrónicos y otros bienes en más de 1000 por ciento.
El presidente asimismo ha pedido facultades al Congreso, para gobernar por decreto, mediante la “Ley Habilitante”. En dicha ley pretende reducir la corrupción, evitar los abusos de los capitales extranjeros en el territorio nacional, planificar, racionalizar y regular la economía de manera coactiva, así como prevenir el acaparamiento, regular las solicitudes de divisas y garantizar a la población bienes a precios justos, dejando los márgenes de ganancia entre 15 y 30 %. Todo ello basado en ideas completamente morales, y expresadas por el propio mandatario, con el fin de lograr una moral basada en la justicia social y los preceptos éticos socialistas. La reforma fue aceptada el pasado 14 de noviembre. Asimismo, el gobierno intenta controlar la inflación (al punto de que se prohibió mediante decreto) -la más alta de América-, la escasez y el débil crecimiento económico, mientras acusa a sus adversarios políticos por ello.
De ello ha devenido que los venezolanos abarroten las tiendas para aprovechar los descuentos ordenados en forma coactiva como parte de la “ofensa económica”. Abarrotando las tiendas, los venezolanos de todo el país cargaron con electrodomésticos, ropa, zapatos o cualquier otro bien que se ofreciera. Desde aquél fin de semana los comerciantes fueron visitados por inspectores y el Ejército, siendo forzados a rebajar los valores de sus productos. La medida condujo a algunos a saquear tiendas, siendo arrestadas alrededor de 30 personas, entre comerciantes y saqueadores. Las cifras del gobierno indican que sólo cinco de 1400 inspeccionados hacia el miércoles vendían sus productos en “precios justos”. Muchos comerciantes se han quejado de las rebajas obligadas, a pesar de que la escasez de divisas controladas los ha obligado a adquirir sus productos con dólares paralelos, nueve veces más caros que el dólar oficial de 6.3 bolívares.
Semanas después, el desabastecimiento ha dejado ver su huella. El desaforado consumo y la fijación de precios bajos han manifestado sus consecuencias. De igual forma, las medidas gubernamentales han dificultado el reabastecimiento de los comercios venezolanos. Presuntamente el gobierno ha prometido importar productos para reabastecer las tiendas. Sin embargo, la rentabilidad de los negocios sigue viéndose amenazada por las prescripciones de la ley habilitante. Estos actos coaccionan e impiden la creación de la riqueza, siendo trasgresores de la función empresarial; como señala Mises, en tal sistema no se elimina la propiedad, sólo se limita. El Estado no ha ordenado aún qué producir, es posible afirmar que existe el intervencionismo en Venezuela.
Tal fenómeno se puede explicar a partir de “leyes hipotéticas”, que expliquen los fenómenos individuales que trae consigo el intervencionismo, utilizando la definición de valor y la utilidad marginal decreciente, de Carl Menger, la ley de oferta y demanda, de Jean Baptiste-Say, el estudio de la inflación desde el punto de vista austriaco, y la génesis común de los mercados negros, tema expuesto por Mises.
El primer punto a tratar es el valor de los bienes. El valor no se determina, como creían los economistas clásicos o Karl Marx por el trabajo incorporado en las mercancías. El valor de los bienes varía de persona a persona de acuerdo a sus preferencias personales, cada individuo satisface sus necesidades más urgentes antes que las superfluas, teniendo así una escala valorativa. Para Menger, el valor es: “la significación que unos concretos bienes o cantidades parciales de bienes adquieren para nosotros, cuando somos conscientes de que dependemos de ellos para la satisfacción de nuestras necesidades”. De esto se deriva el concepto de utilidad marginal decreciente, que alude a dicha escala, que supone que al actuar, el hombre prefiere. A partir de tales conceptos podemos saber que el valor no es como pretende el mandatario venezolano, un factor que pueda ser fijado en forma coactiva y violenta.
Asimismo, en la producción intervienen los factores de oferta y demanda; donde entra la célebre ley de Say: “En todo lugar y en toda época el precio de una cosa sube tanto más cuanto la cosa es menos ofrecida, y más pedida, y tanto menos cuanto es más ofrecida y menos pedida. (…) El aumento de precio está en razón directa de la cantidad pedida, e inversa de la cantidad ofrecida.”. La fijación de precios en forma arbitraria es otro factor que interviene. El gobierno, al fijar precios menores a los que determinaría un mercado libre, hace que los ingresos sean menores al costo. La demanda aumenta, mientras la oferta permanece constante. El resultado es el desabastecimiento, y la pérdida de incentivos para comerciar.
De seguirse la política intervencionista se caería en el absurdo. Los precios topes generan menor o nulo abastecimiento. En general las personas obtienen productos en un mercado intervenido al violarse las regulaciones. El productor que viola la ley está sirviendo al bien público; el funcionario público con sus medidas pone en riesgo dicho interés. Esto se conoce como mercado negro.
Maduro ha manifestado su incomodidad ante la inflación; y sin embargo parece ignorar cuál es su origen. El gobierno, para financiar sus dosis de gasto público se financia con altas dosis de emisión monetaria. El dinero, como cualquier otro bien está sujeto a las leyes de la oferta y la demanda; es decir, con el aumento de la cantidad de dinero se crea una ilusión de que es posible gastar más en el corto plazo; pero al haber más dinero y la misma cantidad de bienes se producirá un aumento generalizado de precios. La pérdida del poder adquisitivo del dinero es la inflación. El mero aumento del stock monetario no es causa de la inflación, sino que el dinero pierde su valor al moverse por pequeñas ondas a través de la economía, al llegar a los más pobres los precios han aumentado. Ante tal situación, es incongruente pensar que la inflación se puede prohibir, pues no es un fenómeno natural, sino una política. Asimismo, la inflación aunada a las tasas bajas de interés puede derivar en crisis económicas. Los productores afectados por la inflación suben sus precios, y son orillados a tomar medidas de precios tope. Paradójicamente, los precios de los productos controlados son los que más suben.
Estos elementos se correlacionan entre sí, pues el intervencionismo interviene en la oferta y demanda de bienes, distorsionando el proceso mercantil. La obra pública y la emisión monetaria generan inflación, que agrava la situaciónanterior, y todo ello deriva en mercados negros, que abastecen a la población en una manera más eficiente que el control gubernamental. El gobierno, al darse cuenta del daño que ha generado deberá acudir al racionamiento como complemento a los controles de precios.
La aplicación de estas políticas puede remontarse a la influencia de la Guerra Fría y la implantación del socialismo en Cuba, o el intento de Salvador Allende de hacer justicia social en Chile. Latinoamérica es un caldo de cultivo excelente para el marxismo y las políticas que prometen prosperidad a base de la destrucción de la riqueza. Más recientemente, a la ascensión de Hugo Chávez al poder, su serie de expropiaciones y su propaganda legitimaron su gobierno ante la masa popular, que se sentía “explotada”. Chávez trató de respetar la iniciativa privada en cierta medida, evitando subordinarse al poder cubano. A su muerte, el poder de Maduro como continuador de Chávez quedó justificado, siendo además un líder torpe, menos carismático y decidido a hacer de Venezuela un satélite cubano.
Las perspectivas a futuro para Venezuela no son muy acogedoras. En esta época se observa cierto agradecimiento de la masa popular hacia el Estado. Sin embargo, para un futuro cercano la escasez se hará mayormente presente. Los mercados negros florecerán, y sólo unos cuantos podrán acceder a lo que se ofrezca.
Así, es posible señalar que la ausencia de libertad económica es perjudicial para las naciones. Sin embargo, la ausencia de libertad personal lo es en igual forma, de nada sirve tener una sin la otra. América Latina sufre actualmente de gobernantes adheridos a la socialdemocracia y la redistribución del ingreso. Tal vez a nuestras sociedades les haga falta aprender el valor de la libertad sufriendo las consecuencias de no tenerla. Los textos como Las venas abiertas de América Latina han permeado la visión de los intelectuales latinoamericanos, haciendo creer que nuestro rezago se debe al extranjero, a los explotadores, y a un sinfín de factores que nos hacen olvidar las causas principales: la ausencia de libertad y la apatía. En consecuencia, apoyan los valores morales de la izquierda como dogmas incuestionables, consideran correcta la expropiación y ven con recelo el libre intercambio, justificando así las dictaduras en que nos vemos inmersos.
Henry de Saint-Simon, considerado uno de los primeros socialistas modernos incluso defendió la figura del productor: “Estos hombres son los productores más necesarios para Francia; son los que suministran los bienes y artículos más importantes, los que dirigen los trabajos más útiles de la nación y los que hacen a ésta fecunda en las ciencias, en las bellas artes y en las profesiones y los oficios (…) los que más aceleran su civilización y su prosperidad”, asimismo, señaló la existencia de clases improductivas: “…los príncipes, los grandes oficiales de la corona, los obispos, los mariscales de Francia, los prefectos y los propietarios ociosos no trabajan en absoluto para el progreso de las ciencias (…), antes lo frenan”. Quizá sea necesario que el Atlas, esa figura del empresario que Ayn Rand retrató se rebele en la realidad en contra de los saqueadores, aquellos que nada producen. La figura de John Galt viene a ser necesaria para detener el motor del mundo.
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