Artículo traducido al español por Fernando Moreno, Miembro del Consejo Ejecutivo 2016
A menudo escuchamos a los elementos más “progresistas” de la política norteamericana decir que Estados Unidos debería empezar a emular a los países escandinavos. Ellos señalan a países como Suecia y Noruega como ejemplos óptimos de un socialismo funcional. Sin embargo, ésta es una muy mala interpretación del sistema económico que prevalece en esos países.
El éxito de las economías escandinavas es un ejemplo del poder del mercado libre y no de un gran sector público. El control fiscal, de gran relevancia para el debate estadounidense, ha sido un sello distintivo de sus exitosas políticas públicas. El gasto público en los países nórdicos se ha desplomado en los últimos 20 años, cayendo un 20% entre 1993 y 2007. La variación más pequeña se dio en Dinamarca, donde el gasto público disminuyó en un 10% del PIB.
Estos países recortaron sus presupuestos, en parte, como respuesta a la crisis financiera de inicios de los 90s. Recordando la más reciente experiencia de Estados Unidos, hubo una burbuja inmobiliaria en Suecia entre 1991 y 1993. El gobierno inicialmente proporcionó garantías a la banca, lo que propició la crisis financiera. Sin embargo, Suecia fue capaz de ahorrar recursos financieros a través de una combinación de recortes impositivos y presupuestarios. Otros países siguieron el mismo camino, y un proceso de competencia llevó a la reducción del tamaño estatal y la carga tributaria a lo largo de la región.
Los gobiernos escandinavos también han privatizado muchos de los servicios provistos por otros gobiernos modernos, incluyendo las vías férreas, los aeropuertos, el control de tráfico aéreo, las autopistas, el servicio postal, los departamentos de bomberos, los sistemas de agua y las escuelas. En Suecia, por ejemplo, el gabinete de Car Bildt hizo posible privatizar la atención sanitaria y llevar a las escuelas hacia un sistema de vouchers.
Dinamarca disfruta de un mercado laboral flexible, donde las contrataciones y despidos pueden realizarse a un costo muy bajo y dentro de un mismo día, lo que hace muy fácil crear empleos. Como resultado, el sistema de bienestar en Dinamarca no ha sido tan forzado como en otras partes de Europa. Un mercado laboral flexible deja poca cabida al desempleo y deja un alto nivel de capital social, lo que ayuda a las personas a evitar los subsidios gubernamentales.
Así que, resulta que el mantenimiento de los famosos sistemas escandinavos de bienestar social requiere de la adopción de más reformas de libre mercado. Muchos en la izquierda interpretan esto a la inversa, cuando el crédito debería ser del sistema económico de libre mercado que ha hecho posibles tan generosos programas.
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