Liberalismo e Intelectuales: F.A. Hayek

 

George H. Smith.

Artículo publicado originalmente el Libertarianism.org, con el título Intellectuals and Libertarianism: F. A. Hayek. Traducido al español por Karla Menjívar , Miembro del Equipo de Traductores de Estudiantes por la Libertad
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Smith explora los puntos de vista de F. A. Hayek sobre los intelectuales, a quienes Hayek calificó de prestadores de ideas. El ensayo de F. A. Hayek “Los Intelectuales y el Socialismo” (en Estudios de Filosofía, Política y Economía), es una excelente discusión sobre el papel de los intelectuales en la sociedad moderna.   Aunque algunos puntos del ensayo de Hayek pueden no ser tan relevantes hoy en día como lo fueron cuando se publicó por primera vez en 1949. Por ejemplo, un pequeño porcentaje de intelectuales de la época probablemente favorecen el socialismo absoluto mientras que un porcentaje mayor ha abrazado el liberalismo.

   La visión de Hayek permanece siendo altamente sugerente y útil para el movimiento moderno. Debido a que el término “intelectual” ha sido utilizado con diversos significados (algunos de los cuales explicaré más adelante en esta serie) y por el hecho que las etiquetas a veces traen consigo connotaciones negativas, es importante entender desde el inicio a lo que Hayek se refiere por “Intelectual”.

   Un intelectual para Hayek es un “vendedor profesional de ideas prestadas” en este contexto el término de “segunda mano” no menosprecia la inteligencia, el conocimiento o la importancia de los intelectuales. Los intelectuales pueden ser inteligentes o estúpidos, sensatos o tontos, conocedores o ignorantes, ocurrentes o aburridos, originales o comunes. Por “segunda mano”, Hayek se refiere al orden en que se transfiere el conocimiento. La definición de Hayek para intelectual es en términos de su rol social para la difusión de los conocimientos especializados a un grupo más amplio; él es “un intermediario en la difusión de ideas”.

   Hayek hace distinción entre el intelectual y el experto –Esto no significa que los intelectuales no puedan ser expertos o, al contrario, pero en la medida en que los especialistas se dirigen no sólo a otros especialistas sino al público en general, se está jugando un doble papel como experto e intelectual. Aunque los papeles de experto e intelectual se encarnan en diferentes personas, este no tiene que ser necesariamente el caso.

   Este concepto de intelectual abarca a muchos profesionales, incluyendo a periodistas, maestros, novelistas, ministros e incluso dibujantes y artistas que transmiten ideas a través de su trabajo. También están incluidos una gran variedad de profesionales y técnicos, como científicos y doctores, quienes por el respeto que tienen en sus propias áreas de especialización, se toman en serio en otros campos. Esencialmente y, por lo tanto, los intelectuales son aquellos que tratan con ideas que han sido tomadas de otras fuentes. Respecto a la influencia de los intelectuales en la sociedad moderna, Hayek escribe:

Es poco lo que el hombre de hoy aprende acerca de sucesos o ideas, excepto a través de esta clase [intelectuales]; y fuera de nuestros campos de trabajo, todos estamos de esa forma, dependiendo para nuestra información e instrucciones de aquellos que hacen su trabajo para mantenerse al tanto de la opinión. Son los intelectuales en este caso quienes deciden qué puntos de vista y opiniones deben llegar a nosotros, qué hechos son lo suficientemente importantes para decirlos, en qué forma y desde qué ángulo van a presentarlo. Si llegamos a aprender algo de los resultados del trabajo de los expertos y pensadores depende principalmente de su decisión.

   De acuerdo a Hayek, la mayoría de los economistas se oponen al socialismo y al proteccionismo, más que en cualquier otra disciplina académica. Típicamente y, sin embargo, no son las opiniones de esta mayoría las que reciben reconocimiento público, sino las opiniones de los inversionistas que son una minoría, eso a pesar de que pueden ser de dudosa posición en la profesión de economía. Esto se debe a que los intelectuales de izquierda encargados de transmitir ideas al público en general, filtran ideas con las que no están de acuerdo y dan a conocer los puntos de vista de economistas cuyas opiniones coinciden con las suyas. Por consiguiente, e independientemente del predominio de los puntos de vista del libre mercado entre los economistas profesionales, sus ideas ejercerán poca influencia política porque el público no las conoce en gran medida. Tal es la influencia de los intelectuales en estas sociedades. Citando nuevamente a Hayek:

Aun cuando el conocimiento de los intelectuales puede ser a menudo superficial y su inteligencia limitada, esto no altera el hecho de que es su juicio el que el que determina principalmente las opiniones sobre las cuales la sociedad actuará en un futuro no muy lejano. No es exagerado decir que una vez que la parte más activa de los intelectuales se convierten en un conjunto de creencias, el proceso por el cual éstas se hacen generalmente aceptadas es casi automático e irresistible. Son los órganos que la sociedad moderna ha desarrollado para difundir los conocimiento e ideas, y son sus convicciones y opiniones las que funcionan como el tamiz a través del cual deben pasar todas las nuevas concepciones antes de que puedan llegar a las masas.

   Como señala Hayek, es difícil cambiar las creencias de los intelectuales porque no tienen ciertamente información de primera mano sobre cada nueva idea que viene en camino. El intelectual juzga una nueva idea no en sus méritos, sino más bien en la forma en que esa idea encaja perfectamente en sus otras nociones generales. Como los filósofos del conocimiento podrían ponerlo, el intelectual evalúa la verdad o la validez de una nueva idea no según corresponda a un hecho de la realidad -que es algo que no puede conocer en cada uno de los casos- sino más bien en la coherencia de esa nueva idea con el resto de sus creencias. Si la nueva idea es consistente con su sistema de creencias, la acepta; Si no, lo rechaza.

   Las ideas del intelectual son como piezas de un rompecabezas incompleto en el que las nuevas piezas son aceptadas o rechazadas de acuerdo a lo bien que encajen en el patrón general. Y puesto que el intelectual determina la opinión en su sociedad, su rompecabezas tenderá a ser el mismo que el de la sociedad en general. Por lo tanto, si el intelectual rechaza una pieza porque no encaja en su esquema mental, entonces, a pesar de que su rechazo puede estar basado en la ignorancia o error, esa pieza nunca alcanzará a la mayoría de la gente, quienes serán privados de la oportunidad de juzgar por sí mismos.

   Es a través de este proceso que los intelectuales desempeñan un papel crucial determinando lo que en alemán se denomina Weltanschauung, o visión del mundo -o lo que Hayek, siguiendo a otros escritores, se refiere de manera diversa como el “clima de opinión” o “espíritu de la época”. Esta noción, que hoy se conoce comúnmente como “opinión pública”, se refiere a esa colección amorfa pero formidable de creencias fundamentales, ya sean verdaderas o falsas, la realidad social es que son abrazadas por la mayoría de los miembros de una sociedad dada. Un propósito básico del ensayo de Hayek es explicar cómo una cosmovisión social es generada, sostenida y reforzada.

   Los intelectuales, y especialmente los filósofos (aunque no necesariamente los filósofos académicos), ejercen una tremenda influencia en este reino porque sus teorías abstractas sirven como un filtro social, atrapando algunas ideas y permitiendo que otras pasen al público no conocedor.

   El enfoque de Hayek explica cómo la persona promedio puede ser influenciada por teorías filosóficas sin estudiarlas o incluso ser explícitamente consciente de lo que son. Tales teorías pueden tener poco o ningún valor intrínseco; pueden ser excesivamente vagas o incluso contradictorias; o pueden parecer tan evidentes que no requieren justificación. La expresión de una cosmovisión es frecuentemente precedida de frases como: Como todo el mundo sabe, o Es obvio que …. Las cosmovisiones sociales tienden a reforzarse porque, en su mayor parte, sólo las ideas que son consistentes con la cosmovisión se les permite pasar a través del filtro del intelectual para llegar al público en general.

   Hayek no considera este proceso tan selectivo como una siniestra conspiración de intelectuales. Más bien, surgen espontáneamente y son necesarios debido al gran número de ideas y fragmentos de conocimiento que circulan en una sociedad tan compleja, sólo un puñado de los cuales pueden ser analizados y evaluados por cualquier persona en particular. Por consiguiente, aquellos que desean establecer una sociedad libre, deben centrarse, no en contra de los malos motivos de sus adversarios, sino en reemplazar las ideas erróneas de esos adversarios por otras mejores.

   Hayek pone gran énfasis en este punto. No basta simplemente con encontrar vacíos en una teoría opuesta o señalar sus dificultades prácticas, porque tales problemas siempre pueden explicarse o darse justificaciones consistentes con la teoría en cuestión. No – Si se quiere lograr una sociedad libre, la actual cosmovisión del estatismo, debe ser reemplazada por un mejor conjunto de teorías, especialmente, la ideología del liberalismo. Y esto requiere no sólo el desarrollo continuo de la teoría liberalista, que, por supuesto, es crucial, pero también, el cultivo de intelectuales liberales que pueden emprender el largo y arduo proceso de remodelación de la opinión pública.

   La mayoría de liberales, tanto académicos como no académicos, son intelectuales para Hayek, aunque algunos no piensen en sí mismos como tales. Estamos comprometidos en comunicar las ideas de la libertad, ya sea a nuestros amigos y colegas o a un público mucho más extenso. Animó a todos los liberalistas a tomar seriamente sus papeles como intelectuales públicos aumentando sus conocimientos y desarrollando sus habilidades cognitivas. Lo sugiero, no sólo porque enriquecerá su vida, sino también porque mejorará enormemente su eficacia como activista libertario. Es difícil poner en palabras exactamente cómo sucede esto, pero sé por experiencia propia que sucede. De vez en cuando me siento y valoro mi ideología desde cero, intentando examinar con la mayor honestidad posibles los fundamentos de mis creencias. A través de esta autoevaluación y combinado con muchos años de leer y releer clásicos libertarios y de reflexionar sobre lo que he leído, he encontrado una mejora progresiva en mi habilidad para comunicar ideas y persuadir a otros.

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Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. Si eres un estudiante interesado en presentar tu perspectiva en este blog, escríbele a la Editora en Jefe, de EsLibertad, Alejandra González, a [email protected].

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