La libertad y el cosmos, hijos de una misma naturaleza parte 1
Arturo Portillo
Miembro del Equipo de Bloggers de Estudiantes por la Libertad y Director Regional de Estudiantes por la Libertad México
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“La creación espontánea es la razón por la que hay algo en lugar de nada,
el porqué de la existencia del Universo,
el porqué de nuestra existencia”
– Stephen Hawking
Nuestro sistema solar no es más que uno entre miles de millones en la vía láctea, nuestro sol no parece en absoluto de gran importancia, podría ser incluso motivo de burla para muchos otros astros.
Una buena dosis de orden espontáneo puso al trozo de polvo sobre el que estamos tan cerca del sol como para no enfriarse y tan lejos como para no encenderse al roce de cualquier cuerpo, de la misma forma ese orden espontáneo construyo en nuestras mentes el criterio de la libertad, columpiándose tan lejos de la esclavitud y tan lejos del libertinaje, generando las condiciones climáticas perfectas para que el hombre busque, así como la tierra, su propósito.
El origen del universo no tuvo un origen en el orden absoluto ni tampoco caótico en el estricto sentido matemático, ni mucho menos se construyó a partir del pobre razonamiento del hombre, no se tiene certeza del primer hombre que rompió sus cadenas, o el primero quizá que reconoció su cuerpo como propiedad privada, el conjunto de decisiones aleatorias formaron un orden, una estructura superior al de la centralización, nos alcanzaron tantos retos como proyectiles de carbono alcanzaron a la tierra.
Nuestros cuerpos no reaccionan o asimilan la acción de manera predeterminada, nuestras mentes no conciben al universo a su criterio sino más bien a su capacidad, la acción del hombre es voluntad y la voluntad no es propiamente orden o caos.
La naturaleza de la conciencia humana retoma muchas fuerzas que ya han sido utilizadas por las figuras de polvo y gas. El big bang no fue una explosión única ni mucho menos instantánea. El complacer a lo divino como chispa culpable, es asumir a la mano invisible como reguladora del mercado, propio de épocas empíricamente casuales, de filosofías y matemáticas más primitivas -Entropía – .
Ahora podemos afirmar con facilidad que los vicios y virtudes expresados en propósitos construyen el mercado, que su naturaleza proviene del orden espontáneo, de la inmensidad de procesos racionales, que se expresan en ahorro, tal como la naturaleza misma busca ahorrar la mayor cantidad de energía posible, construcciones objetivas con el fin de encontrarse a sí mismas.
El temeroso rumor de que la libertad ya está determinada por fuerzas más grandes le impediría al universo expandirse por temor a represalias por parte de la fuerza gravitacional.
La sociedad ahora no es más que un velero guiándose por las promesas de una estrella que murió hace miles de años, es la tendencia que tienen las personas en creer en verdades eternas.
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