Hesíodo discernía entre la competencia de mercado y la guerra diciendo “Las dos Discordias tienen distintas naturalezas”
En 1888, un lector del boletín anarco-individualista de Benjamin Tucker, en su periódico Liberty escribió en contestación al argumento de Tucker sobre la defensa de la competencia de libre mercado. “la competencia, significa algo, es guerra,” discutía W.T. Horn, “y lejos de entender el crecimiento de la confianza mutua, se produce división y hostilidad entre los hombres”. Tucker en respuesta afirmó al contrario que “cuando es universal e irrestricta, la competencia significa la más perfecta paz y verdadera cooperación; entonces se convierte en una simple prueba de fuerzas resultando en su más ventajosa utilización”. [1]
La cuestión de la relación entre la guerra y la competencia económica es antigua. Uno de los pasajes más famosos del poeta griego Hesíodo – y uno de los de mayor interés para los libertarios – es su discusión “Las dos Discordias”.
Primero, según los antecedentes, Discordia, personifica a la diosa Eris, es una importante figura en la mitología griega. Es generalmente asociada con Ares, dios de la guerra, como su hermana, su amante o hasta ambas; algunas fuentes, incluyendo a Homero, la identifican como la diosa de la guerra Enio, aunque otras fuentes las distinguen.
Según la tradición mitológica griega, Eris ha sido la responsable de la Guerra de Troya provocada, principalmente por diosas del Olimpo una disputa por cuál de ellas merecía la manzana de oro que tenía inscrito “A la más justa (bella)” una disputa, cuya adjudicación es a Paris de Troya, ya que Afrodita le concedió a Helena sin consultar al esposo, sobre la misma.
En otra historia antigua una pareja humana,[2] Aedón y Polytechnos son castigados por Eris ya que estos presumían de su amor, proclamando que era más grande que el de los dioses; Eris los conduce a una competencia de técnicas artesanales, la cual Polytechnos pierde, llevando al resentido esposo a vengarse contra su esposa, Aedón violando y esclavizando a su hermana, lo que provocó que Aedón se vengará, matando al hijo de Polytechnos, cocinándolo y sirviéndoselo de comer – de dicha manera, se estableció que el amor de la pareja era el más frágil del que se proclamaba.
En síntesis, Eris es sinónimo de malas noticias.
Esta diosa la Discordia, aparece en la epopeya Homérica de la siguiente forma (el traductor traduce “Eris” como “Odio”):
Odio (= Eris) cuya ira es implacable,
Ella, hermana y compañera del asesino Ares,
Ella, quien al principio es una cosa pequeña pero luego,
crece hasta andar sobre la tierra con su cabeza llegando al cielo.
Ella arroja luego inclemencias hacia ambos lados de igual forma Arremetiendo y endureciendo el sufrimiento de los hombres. [3]
Nótese, como Discordia es descrita metafóricamente – comenzando como algo pequeño pero luego gradualmente como lo figura, un conflicto – y antropológicamente, como un guerrero armado merodeando el campo de batalla. La pequeña pero progresiva metáfora de Homero aparece en una de las fábulas de Esopo también:[4] el errante héroe Heráclito encontró un pequeño objeto bloqueando su camino y, siendo él precisamente, quien trato de destrozarle con su garrote, descubriendo que en cada golpe, su tamaño aumentaba – hasta que la diosa Atena interviene, previniéndole sin haberse percatado de combatir contra Discordia, quien se alimenta del enfrentamiento.[5]
Eris también aparece en la Teogonía de Hesíodo, que consta de entre otras cosas, la genealogía de los dioses. Hesíodo describe a Eris (traducida como “Discordia”), como fuente de la mayoría de las miserias de la vida humana:
Y ella en la destructiva noche, aburrió a Némesis, quien trae mucho dolor a los mortales;
y luego engañó a Decepción, amó a Afección, luego al maligno
Antigua Era y dominó Discordia (Eris).
La Odiosa Discordia soporta a su vez dolorosas penurias,
olvidos, hambrunas, dolores, y abundantes lágrimas.
Las batallas, las riñas, los asesinos, los homicidas,
las injusticias, los falsos testimonios,
los litigios, la anarquía, la ruina, las cuales comparten su naturaleza entre sí,
el Juramento, que daña a los hombres, como ningún otro, a sabiendas y jurando en falso.[6]
Pero luego, de “Los Trabajos y Los Días” (que se presume fue escrito posterior a Teogonía). Hesíodo pública una suerte de retractación. La diosa que él había estado describiendo es de hecho dos distintas; mientras una de ellas es nociva como la describió anteriormente, la otra es beneficiosa:
Nunca fue cierto nunca que existía una sola Eris.
sino que en toda la tierra había dos.
Respecto a una, el hombre podría elogiarla cuando llegase a conocerla, pero la otra es censurable,
y son de naturaleza completamente diferente
Pues una fomenta la guerra y batalla malvadas,
siendo cruel: ningún hombre la ama; pero por fuerza,
debido a la voluntad de los inmortales dioses,
los hombres pagan a la severa Discordia su deuda de honor.
Pero la otra es la hermana mayor de la oscura Noche,
y el hijo de Crono que se sienta en alto y mora en el éter,
extendidas sus raíces en la tierra: y es mucho más amable con los hombres.
Incluso logra que los perezosos trabajen duro;
pues un hombre se vuelve ansioso por trabajar cuando tiene en cuenta a su vecino,
un rico que se apresura por arar y plantar y poner su casa en orden,
y el vecino compite con su vecino en apresurarse tras la riqueza. Esta Discordia es sana para los hombres.
Y el alfarero se enfada con el alfarero, y el artesano con el artesano, y el mendigo envidia al mendigo, y el trovador al trovador.[7]
Aquí Hesíodo está extendiendo la distinción crucial entre los dos tipos de conflicto: Por un lado la guerra y la competencia económica por el otro. El tipo de rivalidad que lleva a la matanza está condenada; pero la rivalidad que lleva a los contendientes a buscar superarse entre sí en la provisión de bienes y servicios, es celebrada. El motor de la buena Discordia es el deseo de riqueza y beneficio material; lejos de ser un motivo innoble, comparado con las desfavorables glorias de honor militar, interés propio de las ambiciones comerciales alabadas aquí como incentivo al progreso.
Volviendo a Teogonía, antes de cualquier Discordia fuese identificada, Hesíodo describió a la mala Discordia como hija de la Noche oscura. Pero en “Los Trabajos y Los Días”, se repite que la buena Discordia es la hija mayor de la noche oscura, “la que nació más antes”, implica que la Discordia mala es la hermana menor de la buena. La sugerencia, quizás, es que la buena es la forma original y saludable del conflicto, y la mala es su posterior perversión – un tema que encaja con la narrativa de Hesíodo, un declive gradual en la civilización humana de una Era Dorada de paz y prosperidad a la cruel Era de Hierro a la cual se lamentaba de haber nacido.[8]
La oposición, en la que Hesíodo especula sobre la competencia económica y el conflicto violento no es generalmente hecha por otros escritores sobre Eris. En la ya mencionada historia de Aedon y Polytechnos, por ejemplo, el conflicto inspirado por Eris entre los dos amantes comienza como una competencia de labor productiva antes de convertirse en una violenta vendetta. La escalada es presentada como un cambio externo y no de fondo. La distinción de la esencial diferencia entre las Discordias, expresa por un lado el derramamiento de sangre y por el otro la competencia de proveer mejores bienes y servicios, es propio del juicio de Hesíodo.
Ahora Homero también, como hemos visto, ha comparado métodos de guerra con las de paz; pero no ha resaltado el rol de la competencia económica en este último. El conflicto que Homero retrata es su “ciudad de paz”, la alternativa pacífica al combate es el litigio[9] una forma de rivalidad que Hesíodo es más pesimista, observando los tribunales como arena de combate no como lo plantea la buena Discordia sino como la mala. “Esa malhechora” donde los protagonistas se encuentran “confabulando contra los bienes del otro” mientras los jueces “reciben sobornos”.[10] El vínculo entre la competencia de mercado y la prosperidad pacífica aparenta ser una innovación de Hesíodo, que lo convierte en un importante precursor de las ideas libertarias.
[1] Benjamin Tucker, “Does Competition Mean War?” Collected in Instead Of A Book, By A Man Too Busy To Write One. Originally published in Liberty, August 4, 1888.
[2] Antoninus Liberalis, Metamorphoses 11.
[3] Homer, The Iliad 4.440-445; Richmond Lattimore translation (Chicago: University of Chicago Press, 1951).
[4] ”Heracles and Athena,” Aesop’s Fables, trans. Laura Gibbs
[5] This theme of a famously powerful warrior being unable to vanquish a seemingly insignificant opponent who turns out to be the embodiment of some vast cosmic force is also found in Norse mythology, in the story of Thor’s visit to Utgard, where his disguised opponents include Sea, Fire, and Old Age: The Younger Edda: Also called Snorre’s Edda, or The Prose Eddatrans. Rasmus B. Anderson, Chapter 14: “Thor’s Adventures.”
[6] Hesiod, Theogony 223-232; Richmond Lattimore, trans., Hesiod, Works and Days; Theogony; The Shield of Herakles (Ann Arbor: University of Chicago Press, 1959).
[7] Hesíodo, Los Trabajos y los Días 11-26.
[8] Hesíodo, Los trabajos y los Días 109-201.
[9] Homero, La Ilíada 18. 497-508.
[10] Hesíodo, Los Trabajos y los Días 27-39; cf. 256-264.
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