Las mujeres en un mundo en desarrollo no necesitan ayuda condescendiente y tecnocrática. Necesitan libertad.
Rafia Zakaria establece elementos sobresalientes en su reciente artículo de opinión del New York Times, “The Myth’s of Women Empowerment”, en adición, cometió algunas omisiones evidentes. En su parte, llama la atención sobre el enfoque defectuoso y transigente de la industria de la ayuda internacional al empoderamiento femenino. Sin embargo, pasan por alto la significación del empoderamiento económico de las féminas, centrándose únicamente en el empoderamiento político, como si los dos no estuvieran íntimamente vinculados.
Zakaria sintetiza de manera elocuente algunos de los problemas con los expertos del desarrollo occidental y sus organizaciones. En particular, indica, que el enfoque vertical hacia el desarrollo, con su narrativa de heroicos humanitarios que otorga auxilio a las mujeres más pobres del mundo, es profundamente condescendiente. “Las mujeres no occidentales se limitan a carecer de una voz, individuos pasivos que esperan el rescate”, escribe Zakaria.
La libertad económica conduce a la libertad social
Al margen de las actitudes hostiles, los expertos del desarrollo también son en gran medida ineficaces para reducir la pobreza. Los programas de bienestar que otorgan pollos a las mujeres necesitadas, por ejemplo, no conducen a ningún beneficio económico a largo plazo.
Estas críticas se han realizado previamente. William Easterly de la Universidad de Nueva York, documentó con gran detalle cómo el enfoque “tecnocrático” de arriba hacia abajo, usualmente solo funciona para enriquecer a los conocedores y dictadores de desarrollo “expertos” en países miseros. El documental Poverty, Inc. asimismo alerta sobre los problemas que asolan el complejo industrial de ayuda social.
La verdad es que la ayuda nunca ha sacado a un solo país de la pobreza y, en algunos casos, incluso obstaculiza el desarrollo internacional. Haití es famoso por albergar a más de 10,000 ONGs de ayuda, pero el influjo de la dádiva ha perjudicado perversamente a las industrias locales y ha llevado a un ciclo de dependencia que incrementa la pobreza.
Como sabemos, la miseria hace que las mujeres sean particularmente vulnerables. De hecho, una revisión de la literatura de desarrollo, publicada en el Journal of Economic Literature, sugiere que “la desigualdad de género disminuye a medida que disminuye la pobreza, por lo que la condición de la mujer mejora más que la de los hombres con desarrollo”. En otras palabras, el empoderamiento social de las mujeres está íntimamente relacionado con el empoderamiento económico, y las mujeres pueden aprovechar al máximo la prosperidad.
Permitir que las mujeres alcancen una mayor influencia económica les permite l cambio social, de donde fluye el cambio político y legal. Milton Friedman afirmó que “la libertad económica es … un medio indispensable para el logro de la libertad política”. En algunos países, a las mujeres aún no se les permite legalmente buscar empleo remunerado sin el permiso del cónyuge. Como dice mi colega Guillermina Sutter-Schneider, “la igualdad de género en virtud de la ley mejora a medida que los países se vuelven más libres económicamente”
Rescatando Damiselas
En su artículo, Zakaria reconoce que la industria humanitaria es ineficaz para combatir la pobreza y promover el desarrollo, pero desafortunadamente, descarta esos objetivos. Y, sin embargo, el desarrollo económico es alcanzable. Una cantidad abrumadora de datos muestra que, justo en el transcurso de la vida humana, la pobreza extrema se ha reducido a la mitad, y se ha logrado un progreso particularmente alentador en Asia.
Este progreso económico no fue impulsado por ninguna ayuda, sino por el sector privado. El crecimiento económico en China y la India superó paulatinamente al África subsahariana a pesar de mucha menos ayuda por persona. Ese crecimiento económico coincidió con las políticas de liberalización económica. Las personas en los países menesterosos no son víctimas pasivas en espera de rescate. Ellos poseen las herramientas y se están levantando de la pobreza, donde tienen la libertad de producir…
Particularmente, para las mujeres, considera Bangladesh, que ha observado un descenso dramático en la pobreza y un cambio positivo en la vida de las féminas. Como observó Naila Kabeer, economista social de la Escuela de Economía de Londres: “Quien tomó fuerza del mercado y la llegada de una industria de prendas de vestir orientada a la exportación, para lograr lo que en una década de esfuerzos gubernamentales y no gubernamentales no se había logrado: crear una mujer mano de obra.”
La industrialización ha aumentado el nivel educativo de las mujeres y ha reducido las tasas de matrimonios infantiles. Según Kabeer, también ha igualado la norma social del purdah o el aislamiento femenino y ha mejorado la capacidad de respuesta del sistema judicial hacia las mujeres. “Los enseres han sido muy buenos para las mujeres”, dijo un trabajadora de una fábrica a Kabeer. Sus ganancias le habían permitido escapar de su marido, quien abusaba físicamente de ella. “Ahora siento que tengo derechos”, continuó, “puedo sobrevivir”. Escapar de la pobreza y lograr la igualdad de derechos a menudo van de la mano.
“El concepto de empoderamiento que las mujeres necesitan es un rescate inmediato y urgente de las garras de los aspirantes a salvadores en la industria del desarrollo”, con fuerza, concluye Zakaria. En eso, podemos estar de acuerdo.
También estoy de acuerdo en que las libertades políticas son vitales, pero no debemos ignorar la importancia de la libertad económica. Las presuntas damiselas en apuros en los países en desarrollo son completamente capaces de rescatarse a sí mismas, sólo si se les atribuye esa libertad.
Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. Si eres un estudiante interesado en presentar tu perspectiva en este blog, escríbele a la Editora en Jefe, de EsLibertad, Alejandra González, a [email protected].