El legado de la Antigua Grecia a la libertad: como la competencia crea la filosofía griega

 

Roderick T. Long

Artículo publicado originalmente en Libertarianism.org con el título Ancient Greece’s Legacy for Liberty: How Competition Created Greek Philosophy. Traduccido al español por Keila Yuwono, Miembro del Consejo Ejecutivo y Directora Regional de Estudiantes por la Libertad Puerto Rico.
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El descubrimiento de la filosofía en la Antigua Grecia fue impulsada por un “mercado de ideas” donde la justificación racional superó a la autoridad doctrinal.

    Cada cultura tiene una filosofía, si todo lo que significa “filosofía” es una cosmovisión general que define la naturaleza de la realidad, de los seres humanos, y de los estándares apropiados de la conducta individual y social. Pero si tomamos “filosofía” en el sentido estricto de una disciplina intelectual que intenta formular tal cosmovisión a través de argumentos racionales, sin apelar a la tradición o la autoridad, entonces la filosofía parece haber surgido independientemente solo tres veces en la historia de la humanidad: En India, China y Grecia, alrededor de los siglos VII-VI a. C. [1]

   Mientras las precondiciones económicas, políticas, sociales y culturales para el surgimiento de la filosofía son sin duda muchas, un factor importante parece ser el de la competencia intelectual. Donde los partidarios de un contexto dado son competentes de alimentar un monopolio, no necesitan defender sus doctrinas a través de argumentos; los críticas pueden ser silenciadas, o en primera instancia, no disciernen transformarse en críticos. Pero, existen casos en donde es poco práctico imponer un punto de vista único mediante un dictamen autoritario, quienes quieran que se acepten sus opiniones deben presentar razones; por lo tanto, puede surgir una motivación para la argumentación y el debate. Igualmente, aquellos que buscan la verdad ya no pueden acudir simplemente a los ancianos de las tribus en busca de respuestas, porque no hay una sola agrupación a la que se pueda apelar; enfrentado con reclamos opuestos de sabiduría, el indagador debe escudriñar la evidencia que favorezca un conglomerado de atracciones sobre otro. Así, la filosofía puede verse como un descendiente de la buena discordia de Hesíodo.

    La competencia intelectual parece haber jugado un papel en el surgimiento de la filosofía en las tres tradiciones, pero de distintas maneras. En la India, la práctica de la discusión y el debate parece haber tomado fuerza en la competencia por la autoridad espiritual entre las clases brahmin y kshatriya, entre la iglesia y el estado. En China, la rivalidad entre las “Cien Escuelas” emergió a través de burócratas desplazados y funcionarios políticos compitiendo por el puesto de asesor político de los príncipes locales y jefes militares que estaban construyendo reinos recién independizados de los restos de la dinastía Zhou.

   En la coyuntura de Grecia, la emulación parece haber tenido un componente multicultural. En una época en que viajar por mar era más fácil y más seguro que emigrar por tierra, el Mediterráneo oriental, con sus miles de islas (múltiples sitios de referencia para navegantes) y aguas tranquilas (en comparación con el océano abierto) era ideal para los desplazamientos comerciales. Dicho comercio, entre las comunidades griegas, como con las naciones extranjeras en Egipto, Italia y el Imperio Persa, se promovía el intercambio de ideas y bienes. El filósofo científico Karl Popper describe el “surgimiento de la poesía, el arte, la filosofía y la ciencia griega” y por tanto, el “origen del racionalismo occidental”, como “en gran medida debido al choque cultural”. Como señala Popper, la filosofía surgió en la periferia del mundo griego ampliamente en comparación de la misma Grecia Continental

Busquemos un momento en el origen de la filosofía y la ciencia griega.

Todo comenzó en las colonias griegas en Asia Menor, en el sur de Italia y en Sicilia.

Son lugares donde los colonos griegos se enfrentaron con las grandes civilizaciones de Oriente,

y se enfrentaron con ellos, o donde, en el oeste, se encontraron con los sicilianos, cartagineses e italianos … [2]

   Es más difícil estar seguro de que la luna es una diosa, por ejemplo, cuando sus socios comerciales egipcios están tan seguros de que la luna es un dios masculino. Por lo tanto, la confrontación con culturas insólitas despabila la necesidad de descubrir la veracidad en lugar de dar por sentadas las tradiciones de la misma cultura. La afluencia de riqueza generada por el comercio también tendió a socavar el dominio de la aristocracia tradicional, ya que el poderío económico en muchas ciudades se relegó a la clase media.

   La disputa dentro de Grecia probablemente, también jugó un papel significativo. La sociedad griega, al igual que sus contrapartes en India y China, estaba políticamente descentralizada. Asimismo, la religión griega no tenía escrituras sagradas, y como todo dogma centrado en la práctica que en la doctrina, tampoco tenía una lista oficial de credos indiscutibles. [3] Sin duda, existían límites a la tolerancia del eclecticismo religioso; Anaxágoras, por ejemplo, se afianzó en problemas legales por manifestar que el sol era una roca ardiente en lugar de un dios. Pero no había ningún equivalente griego pagano de la insistencia medieval cristiana sobre la conformidad con anotaciones doctrinales detalladas sobre la naturaleza precisa de la Trinidad o la Encarnación; por consiguiente, el índole de discrepancia y disparidad permitidas fue significativamente mayor.

   El asentamiento de que la filosofía griega se originó a través del contacto multicultural no debe confundirse con la afirmación de que los griegos encontraron la disciplina de la filosofía ya existente en alguna otra cultura y simplemente se apropiaron de ella. [4] Los que subrayan a Egipto como la “verdadera fuente” de la filosofía griega han identificado plausiblemente algunas similitudes en la doctrina que sugiere una probable influencia; pero los textos griegos difieren de los egipcios en que normalmente abarcan argumentos para sus principios, mientras que las sabidurías equivalentes en los escritos egipcios son meramente afirmaciones, no defendidas. Las erudiciones sin argumentos, aunque pueden servir como materia prima para la reflexión filosófica, no son en sí mismas filosofía.

   Los griegos clásicos estaban fascinados por la diversidad cultural. El historiador Heródoto relata uno de los famosos ejemplos, en la ética:

Darius en el transcurso de su reinado convocó a los helénicos que habitaban en su tierra, y les preguntó a qué precio consentirían comer a sus padres cuando estos murieran; argumentaron que bajo ningún precio lo harían. Después de esto, Darius congregó a los indios de las Callatas, que devoran a sus progenitores, y les preguntó en presencia de los helénicos, que entendieron con la ayuda de un intérprete, a qué pago consumirían con fuego los cuerpos de sus procreadores cuando sucumbieran;  gritaron y demandaron que guardara silencio ante tales palabras. … Porque si uno le plantea a los hombres una disyuntiva, se sugiere que seleccionen las mejores hábitos de todas las costumbres que coexisten, de cada alcurnia, después de indagar en todos, se seleccionaría a los de su propia parentela; así todos pensarían que sus propias tradiciones permanecerían siendo  las mejores … [5]

   Y el filósofo Jenófanes describe otro ejemplo, en la teología:

Los etíopes mencionan que sus dioses de nariz respingona  y brunos;
los tracios son de ojos azules y pelirrojo. …
Pero si los caballos o los bueyes o los leones tuviesen manos
O utilizaran sus manos para realizar trabajos como los hombres,
los caballos crearían figuras de los dioses con similitudes a los caballos, y los bueyes como los bueyes, y ellos elaborarían los torsos
De la clase en  que cada uno de ellos poseía. [6]

   Por el contrario de la predicción de Heródoto, al optar entre veredictos teológicos, Jenófanes no “escoge a los de su propio pueblo” ni asigna a los dioses “cuerpos del tipo” poseídos por griegos o incluso por humanos. En cambio, Jenófanes rechaza el politeísmo antropomórfico de la mitología griega a favor de una deidad única, incorpórea, inmutable, esférica, omnisciente y moralmente perfecta, sobre la base de que tal concepción es más digna de la divinidad que las historias tradicionales. En conclusión, Jenófanes responde al fenómeno de la pluralidad religiosa buscando la procreación más racional defendible de la deidad, inclusive si se descarta descortesmente los que educan todas las facultades renombradas.

   Los filósofos eran “amantes de la sabiduría” en el propósito de ser los buscadores de la erudición, o los buscadores de patrones para deslindar la sabiduría genuina de la ficticia. En su negación por inclinarse incuestionablemente ante la autoridad, la filosofía griega era decididamente libertaria, no sólo en su origen sino en su método, si no siempre en su contenido.


Referencias:

[1] And given that India lies geographically between China and Greece, and its philosophical tradition appears to be slightly earlier than those of the other two, the possibility of Indian influence upon the origins of Chinese and Greek philosophy cannot be ruled out.  There’s no definite evidence in favor of such influence either, however.

[2] Karl R. Popper, The Myth of the Framework: In Defence of Science and Rationality (Routledge, 2014), p. 38.

[3] These features of Greek religion are paralleled in Indian and Chinese religion also.  India did have a sacred scripture in the Vedas, but these are devoted more to instructions about practice than to doctrines – which is how the atheistic philosophers of the Purva-Mimamsa school were able to make a successful claim to the status of Hindu orthodoxy.

[4] See, e.g., George G. M. James, Stolen Legacy:  The Greeks Were Not the Authors of Greek Philosophy, But the People of North Africa, Commonly Called the Egyptians (New York Philosophical Library, 1954), and Martin Bernal, Black Athena: The Afroasiatic Roots of Classical Civilization (Rutgers University Press, 1987); for critique, see Mary Lefkowitz, Not Out Of Africa: How “Afrocentrism” Became an Excuse to Teach Myth As History (Basic Books, 1996), and Mary R. Lefkowitz and Guy MacLean Rogers, eds., Black Athena Revisited (University of North Carolina Press, 1996).

 In my judgment, “Afrocentrist” scholars like James and Bernal are too quick to read vague similarities as specific ones, specific similarities as evidence of influence, and evidence of influence as evidence of “theft” (though Bernal is far more nuanced than James in these respects).  On the other hand, critics of Afrocentrism such as Lefkowitz can be too quick to downplay evidence of influence.  I think we have good grounds for thinking that the Greek philosophers picked up a number of ideas from Egypt – fewer than the Afrocentrists imagine, but more than the critics of Afrocentrism tend to acknowledge.  I see no evidence, however, that the Egyptians had developed the philosophical method.

[5] Herodotus, Histories III.38, George Campbell Macaulay translation.

[6] Xenophanes, Fragments 15-16:  James H. Lesher, trans., Xenophanes of Colophon: Fragments:  A Text and Translation With a Commentary (University of Toronto Press, 2001), pp. 89-90.

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