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Lo trans como prefijo, como adjetivo, como verbo y motivo. Su origen deviene del latín y se ha utilizado para acompañar a las palabras y transformar su sentido, “detrás de” “del otro lado de” “a través de”. Lo trans es un fenómeno de cambio, que por muchos años ha implicado un salto al otro lado, distinto al que correspondía, “cuya ‘artificialidad’ interpela los órdenes del sujeto en la modernidad” (Escobar, 2010). Es el opuesto a cis, prefijo también latín que significa “de este lado”
El status quo que decide al género binario: femenino y masculino, impera en los ordenamientos legales, en los cánones religiosos, en las tradiciones culturales, forzando a que las personas entren en alguna de estas dos categorías. La brecha comienza a abrirse cuando esa clasificación no se hace de forma personal, sino que se asigna, es el primer momento en que la construcción social del género se impone levantando un muro.
Por esta razón la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha cambiado el uso del término ‘sexo’ a ‘sexo asignado al nacer’ para distinguir que la asignación de roles se da a partir de la percepción que tienen las otras personas de los propios genitales, rechazando la idea de que el sexo es un hecho biológico innato. En el texto de los Derechos trans de la CNDH se menciona que “La categorización de un hombre o una mujer es un acto social, cultural e institucional”.
La segunda brecha se abre en el momento en que alguien no se identifica con esa asignación arbitraria y poco flexible de lo que implica ser mujer o ser hombre. Y es entonces que se da el salto, para redefinir la propia identidad de forma más libre, aunque aún bajo el esquema binario que establece roles, formas de vestir, comportamientos y derechos.
Transgénero, transexual, travesti, se han considerado siempre como procesos que tienen un mismo origen o inquietud, aunque son distintos en sus implicaciones, sin embargo, “Todos ellos pueden ser vistos como formas de transversalidad de género”, es decir, dar el salto al otro lado del género asignado.
La vivencia es distinta en el lugar, el tiempo y la cultura, sin embargo, la transexualidad existe desde el momento en que lo hace el género, ambas como construcciones sociales, “que pueden ser vistos como estructuras simbólicas o sistemas de signos, o como sistemas de clasificación y jerarquización, órdenes, es decir, estructuras de dominio” (Vendrell, 2012).
En la cultura grecorromana se habla de la diosa Castalia, una figura con pechos de mujer y genitales de hombre, su escultura se expone actualmente en el museo de Louvre de París, siendo una antigua representación de la existencia de personas encerradas en un cuerpo que no era el suyo, buscando consuelo con esta diosa. En la obra La metamorfosis de Ovidio 17 a.c se habla de los deseos que tenían algunas personas de ese tiempo de cambiar de sexo.
Me lleva el ánimo a decir las mutadas formas
a nuevos cuerpos: dioses, estas empresas mías –pues vosotros los mutasteis–
aspirad, y, desde el primer origen del cosmos
hasta mis tiempos, perpetuo desarrollad mi poema.
El trance entre el sexo asignado y el “sexo verdadero” considera que no hay correspondencia entre el cuerpo y la vivencia que se tiene del mismo, y se ha nombrado de diferentes maneras.
Algunas culturas amerindias han utilizado el término “Dos espíritus” para describir la convivencia de dos realidades en un mismo cuerpo, sin que tuvieran que ser excluyentes una de otra. Incluso se sabe que para los Navajo y Diné existen cuatro géneros: masculino, femenino, dos espíritus femenino, dos espíritus masculino. Surgieron figuras como We’wha, una famosa lhaman de la tribu Zuñi, que siendo hombre combinada vestimentas de hombre y mujer fungiendo como mediadora y embajadora cultural frente al gobierno de Estados Unidos del presidente Grover Cleveland en 1886.
Una precisión indispensable es hablar del uno mismo, y de lo otro. Pues todo se define desde la propia cosmovisión, en el caso de los trans, se ha afirmado que su pretensión es ser lo otro, es decir, ser algo diferente a lo que son por nacimiento, sin embargo, ocurre todo lo contrario, los presupuestos de las organizaciones trans en el mundo afirman que la lucha es por alcanzar a ser uno mismo, esto significa que quieren terminar con la incongruencia entre lo que son y lo que socialmente se impone en su identidad.
Simone de Beauvoir estudia está relación entre lo uno y lo otro en El segundo sexo, con una regla que nos viene bien: si lo otro se define a sí mismo a través de lo uno, jamás llegará a ser uno, pues utiliza términos ajenos para definirse. No se mira a sí mismo en su normalidad, sino en su diferencia respecto a lo que debería ser. Es por eso que lo otro no logra salir del abismo de la segregación.
Está filósofa utiliza como ejemplo el caso de las mujeres, que por siempre se han definido a través del hombre, a diferencia de otros grupos sistemáticamente reprimidos como los afros o el proletariado. Las mujeres no hablan desde un ‘nosotras’ desde un sentido de comunidad con sus iguales. Las mujeres blancas defienden a los hombres blancos, no a las mujeres negras, las mujeres burguesas se identifican con los hombres burgueses, no con las mujeres pobres. No se sitúan como un sujeto.
Aquí surge una diferencia fundamental: los trans sí han logrado nacer como comunidad. No han esperado a que se les asigne nada sino que han luchado por visibilidad, reconocimiento e incorporación. Se han posicionado como una unidad frente quienes se convierten en los otros. Sus logros van permeando en el sistema jurídico a un paso lento pero urgente ante la presente realidad de violencia y discriminación.
En la cultura zapoteca del Istmo de Tehuantepec existen tres géneros: hombre, mujer, muxe. Este último, no solo refleja el uso de una vestimenta de mujer, sino una serie de roles asignados y protegidos de este sector de la población, como el cuidado de niños, ancianos, la elaboración de trajes regionales y la iniciación sexual de los hombres, protegiendo la virginidad de las mujeres. Aún cuando en esta cultura no es sancionada la expresión del género, esto sucede solamente en el caso de los hombres, pues las mujeres son severamente reprimidas por conductas consideradas atípicas, como el lesbianismo. Este hecho ha sido investigado por la antropóloga Marinella Miano Borruso, que afirma que no se vive un paraíso pues no se escapan de la marginación, el machismo les impide acceder a puestos de poder destinados para hombres y aumentan los índices de SIDA entre los muxes por la desinformación.
Las organizaciones LGBTTI consideran que la ley sigue reflejando el problema esquemático en el pensamiento de la sociedad. En México, por ejemplo, existe una Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la Violencia, sin embargo, su artículo 7o contempla las razones por las que se produce la discriminación y menciona dentro de éstas al género. La comunidad trans afirma que el problema no es nacer en un cuerpo equivocado, sino en una sociedad equivocada que considera que la diferencia es la razón de la discriminación.
Los sociólogos se han preguntado por años cuál es el origen de la discriminación, sobre esto Max Weber (1992), el padre de la sociología moderna, advierte que el origen de la discriminación es la asignación de bienes que son escasos, por lo que se forma una compleja estructura social para excluir, justificando la marginación para obtener el beneficio propio.
Fue el padre de la sociología moderna, Max Weber (1992), el primero en advertir que los seres humanos organizamos la asignación de los bienes, sobre todo de aquellos que consideramos o tememos como escasos, a partir de una estructura social compleja que, a la vez, sirve para incluir o excluir, dependiendo de ciertas categorías elaboradas por el intelecto humano. El economista mexicano Gonzalo Hernández Licona (2010), dice que “la exclusión, el marcar el territorio, el no permitir que otros entren a nuestro espacio, o intentar invadir el espacio del otro, es un fenómeno natural, ancestral, provocado por la escasez” (p. 210).
El informe de discriminación Enadis 2010, afirma que la discriminación se basa en estigmas inmerecidos, prejuicios desventajosos, estereotipos enraizados y tabúes aceptados sin criterio. Causando que disminuya la esperanza de vida, la protección ante riesgos, el acceso a servicios, fortalece la intolerancia a la diversidad y facilita los abusos de la autoridad.
Ser mandados al otro lado de la libertad, es entonces para estos autores un derivado del modelo económico imperante, “el sistema patriarcal originario está sistemáticamente configurado para que muramos con cuerpos infelices” afirma Lorena Cabnal, experta en feminismo comunitarios que, con sus esfuerzos por visibilizar la violencia sexual, ha sido expulsada de su comunidad. Considera que en el cuerpo es donde radica la energía vital para lograr una emancipación. Ella habla sobre las mujeres indígenas, pero también de los grupos sistemáticamente vulnerados, violentados, reprimidos. Los que se nombran trans, para distinguirlos como diferentes al resto y lo que se supone deben ser.
La libertad inicia en el cuerpo, afirma, por lo que surge la pregunta ¿cómo buscar la libertad en un cuerpo que aprisiona? La lucha libertaria considera entonces la posibilidad de dudar la vivencia que se tiene con el cuerpo, con el conjunto de actividades y roles, con la dinámica social.
Dejar de ser trans no es negar la búsqueda personal de identidad, es más bien reconocerse en el lado correcto, en el de la libertad. Y mandar al otro lado, el pensamiento anormal de intolerancia a la diferencia: translibertad.
Referencias
Beauvoir, S. (1950). El segundo sexo. Francia. Ed, Debolsillo.
CNPD. (2010). Encuesta Nacional de Discriminación. ENADIS. Recuperado de: http://www.conapred.org.mx/userfiles/files/Reporte_2012_IntroGral.pdf
CNDH. (2016). Los derechos de las personas transgénero, transexual, trasvesti. Recuperado de: http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/cartillas/2015-2016/31-DH-Transgenero.pdf
Miana, M. (2001). Género y Homosexualidad entre los Zapotecos del Istmo de Tehuantepec: El Caso de los Muxe. IV Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropólogos de Chile A. G, Santiago de Chile. Recuperado de : https://www.aacademica.org/iv.congreso.chileno.de.antropologia/101.pdf
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