La revolución de juguetería

 

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En renombradas ocasiones, no solo un elemento que compone tiempos actuales, siempre en el interior de las facultades públicas se ha vivido un clima digno de fuertes tensiones entre alumnos que quieren estudiar y asistir a las clases que les corresponden por el hecho de ser estudiantes y otros alumnos que utilizan a la facultad, una institución pública, para todo menos para lo que está destinada, que es educar y formar a futuros profesionales. Uno puede normalmente dar cuenta de dichas tensiones cuando un grupo, por razones autodenominadas solidarias, toman de facto la facultad en donde se encuentran y no permiten ni el ingreso de profesores ni el ingreso de alumnos que no estén de acuerdo con dicha ocupación.

Cabe destacar que este acto no sólo es ilegítimo sino que encarna el más profundo espíritu antagonista, conflictivo y perjudicial el cual se encuentra en el corazón de ideas que no son allegadas al respeto irrestricto del proyecto de vida del otro sino, las cuales , están bañadas en aguas teñidas de un misticismo revolucionario que a su vez reza en su biblia que la misma revolución o cambio, debe llevarse a cabo mediante la violencia y el autoritarismo. Y si, esto es en praxis como en esencia: violencia, de manera tal que uno no puede confiscar propiedad ajena vulnerando derechos individuales tales como el derecho a la propiedad privada, uno, o en este caso un grupo de estudiantes, no puede arbitrariamente tomar por la fuerza una institución pública de la cual son parte, no solo los que realizan semejante acto profundamente condenable, sino también los que pertenecen a la misma y pudieran no estar de acuerdo con dicho procedimiento. Por lo tanto de presentarse dicha situación, que no solo ha de ser ilegítima y violenta, sino que a su vez, representa un daño flagrante al proceso de formación profesional que se produce dentro del ámbito facultativo, ya que de producirse el siniestro, los alumnos no podrían tener las clases que les corresponden en base a los cronogramas establecidos por las sucesivas cátedras y demás seminarios.

Uno normalmente puede escuchar argumentos, que suelen ser engañosos, tales como “así lo decidió la mayoría”, el cual según el mismo implica una supuesta votación de la cual salió votado por esa supuesta mayoría un afirmativo a la toma de la facultad en cuestión. La grave falla, es que éste proceso, aunque haya sido registrado como válido (y vaya uno a saber si dentro del mismo no se cometió ninguna maniobra ilegal para alterar los resultados), sigue siendo ilegítimo, ¿Porque? Por lo mencionado con anterioridad, aún habiendo votaciones y aún habiendo resultados positivos, la situación de vulneración de los derechos facultativos, sigue presente, así como un individuo no puede negarle a otro la posibilidad de la concurrencia a clases, un colectivo / grupo de estudiantes, aún saliendo victorioso de dicha votación, no puede, ni debe negarle la posibilidad de asistir a clases a otros individuos que quisieran asistir a la facultad y cumplir con las demandas pedagógicas que los llevan un paso más cerca de poder acceder al mundo profesional.

Por lo tanto, personalmente creo que estos autodenominados “revolucionarios”, sólo pueden hacer una revolución dentro de una juguetería, ya que este mismo acto de una ilegítima toma de fuerza de una institución pública, posee un grado de infantilismo grosero, por su falta de conciencia sobre sus actos y sus respectivas consecuencias y nocivas repercusiones sobre terceros.

De esta manera, la prohibición de dicho procedimiento forzoso sería ideal para volver a reestablecer el lugar que merece una institución pública, que todos los que pertenezcan a ella o desenvuelven un rol dentro de la misma, puedan acceder a ella sin temor a que sea ultrajada por un grupo de personas que vela por fines autoritarios.

 

El artículo fue escrito por Elias Grandoli, siguelo en Twitter. 


Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. 

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