Liberalismo y Navidad: la oportunidad de rescatar una costumbre

 

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Desde siempre, el ser humano ha sido un animal de costumbres. El día del padre o de la madre, el día del niño o el cumpleaños. Sea cual sea la instancia, se busca una fecha a la cual se le da un significado especial con objeto de reunirse en torno a la comunidad, familia o clan. Esto no varía con el paso de los milenios. Si no es una celebración, será otra. Constituyen, en sí mismas, fenómenos de estudio antropológico pues, como sociedad, necesitamos de fiestas y momentos de encuentro para tener sentido de pertenencia a una comunidad. Es en éstas que se refleja el quién somos y la manera en que nos asociamos como individuos dentro de nuestro entorno social.

El mundo occidental tiene una celebración que une tanto a liberales como a socialistas, cristianos como no creyentes, blancos y negros. La navidad, cuyos orígenes se remontan entre los años 320 y 353 D.C., tiene esta particularidad.Si bien se plantea que ésta tiene su surgimiento en la antigua fiesta pagana del sol, celebrada los 25 de diciembre de cada año por los romanos, es actualmente un día en el cual se conmemora el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios vivo según la cosmovisión cristiana. Como toda costumbre, evoluciona y se va entremezclando con elementos exógenos. Hoy, en navidad, estamos repletos de árboles llenos de nieve en países del hemisferio sur mientras los termómetros marcan más de 30°C, los niños – y no tan niños – están a la espera de recibir regalos, adultos enloquecidos se encuentran comprándolos mientras en las calles se luce un caballero anciano vestido de rojo con barba abundante y panza prominente, quien ha de ser el emblema más grande que el libre mercado ha tenido en toda la historia de la humanidad.

La navidad para el mundo cristiano tiene, sin embargo, un significado más profundo. Jesús es símbolo de libertad. Representa el hijo de Dios que baja a la Tierra como el Mesías que rescatará a la humanidad de su inefable destino, la muerte. En vida, sanó enfermos sin importar su origen social, compartió de par a par con los oprimidos por el Imperio Romano, estuvo junto a leprosos sin importar el qué dirán. Llamó la atención del cobrador de impuestos que robaba al pueblo e hizo que se arrepintiera. Enfrentó con fuerza al poder de turno y lo desafió por la libertad de su pueblo ofreciendo incluso su vida por la causa que era su razón de existir. Hizo lo que todo liberal debiera hacer: oponerse a la opresión y utilizar la fuerza de la paz para convocar mayorías por medio del convencimiento.

Los tiempos actuales, al parecer, han hecho olvidar aquello. Hoy el discurso de Jesús, a quien en navidad conmemoramos su nacer, aparece diametralmente distinto. Los populismos de izquierda lo quieren mostrar como un socialista utópico que anhela un mundo en igualdad material para todos, en contravención abierta a los pilares del respeto a la individualidad que tanto defiende de manera esencialista el cristianismo. Los populismos de derecha, por su parte, lo muestran como un perseguidor de minorías sexuales y un promotor de gobiernos autoritarios, en donde la sociedad civil no es relevante para convencer y convocar, sino el Estado la institución ideal para promover el supuesto respeto a la ciencia y el aparente orden natural, lo cual es contrario a todo el ideal liberalizador de Jesús quien se negó a ser un revolucionario de armas para ser un revolucionario del convencimiento que buscaba empoderar y transformar la sociedad que conocemos.

El liberal, lamentablemente, en razón a una laicidad mal concretizada, ha preferido sacar de su orden mental cualquier tipo de reminiscencia a elementos religiosos. Estructuralmente omite referentes de fe de su argumentación creyendo que haciéndolo lo hará parecer racional. Así, inconscientemente, entrega en bandeja a los populismos, de uno u otro lado, la figura de Jesús quien, querámoslo o no, es el personaje eje que divide en dos toda nuestra civilización.

Sin embargo, utilizar elementos de fe racionalizados no tiene por qué ser sinónimo de aquello. Podemos rescatar la figura de Jesús como un emblema de libertad y no sólo conservarlo junto a un viejo pesebre que posa junto a un Papá Noel que canta villancicos pregrabados. Podemos tener en Jesús un elemento de unidad que nos permita acercar el liberalismo a quienes hoy solo lo ven como los mismos populistas de izquierda y derecha se han encargado de demonizar. Podemos tener en la figura de Jesús un referente para ingresar en estadios que, hasta ahora, nos han sido negados como los estratos más pobres o medios que ven en él un luchador contra la pobreza en favor de su propia vida.

Porque el liberalismo necesita un relato y, para hacerlo, es necesario comprendamos la sociedad que queremos impactar. El ser humano, como animal de costumbres, no es sólo razón sino también emociones y sentimientos y, en fechas como éstas, vale la pena recordar que referentes para aquello tenemos de sobra.

Quizás sea tiempo de rescatar una vieja costumbre y darle la justa mirada liberal que merece.

 

 

Este artículo fue escrito por Moisés Jauregui, Director de Liderazgo de EsLibertad. ¡Síguelo en Twitter!


Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. 

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