Señales, nada más que señales

Señales, nada más que señales

El mundo se escandaliza con la tragedia venezolana. Medios globales acusan a Maduro de dictador (con justa razón) y reconocen a Guaidó. Políticos del mundo rasgan sus vestiduras ante el colapso de Venezuela. Sin embargo, los hechos que derivan en catástrofes no son productos de la magia, son consecuencia del accionar del hombre.


Brian Frojmowicz

Coordinador Local en EsLibertad Argentinal

 


Es la humanidad la que destruye pero la misma humanidad puede advertir esa destrucción. Cito un ejemplo. El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, condenó a Maduro con mucha fiereza en twitter: Rechazo al Gobierno de Maduro y me sumo a  la voz de todos los venezolanos que gritan basta” (Tweet). Sin embargo las redes sociales se plasmaron de críticas al recordar la postura de Urtubey con Chavez: HUGO CHAVEZ Vaya mi homenaje a un luchador incansable, desde Salta toda mi solidaridad con su familia y el pueblo venezolano” (Postura  sobre Chavez), Un luchador incansable que realizó un golpe de Estado en 1992, que atrofió libertades individuales en su gobierno, colapsó la iniciativa privada, se alió con negacionistas del holocausto y totalitarios de Irán, impulsó un culto a su persona… un luchador incansable según Urtubey.

La hipocresía de no considerar a Maduro una consecuencia ideológica de Chávez es ignorancia o viveza. La ruta al totalitarismo no la empezó Maduro. El colapso económico no cayó del cielo después del fallecimiento del líder de la revolución bolivariana. El ser humano es capaz de destruir pero también de observar que señales llevan a los procesos trágicos en los que nuestro futuro se desarrollará.  

Pablo Iglesias, líder de Podemos en España, llamaba a Chávez el “dios de Venezuela”, admiraba todo el régimen chavista y buscaba copia ese “paraíso” en su tierra. Observen por su propia vista: “Revolución bonita, eso es lo que nos ha dejado”, declaraba por entonces un emocionado Iglesias. “Chávez se ha hecho invencible […] Es fundamental que América Latina invada Europa”, arengaba el hoy político. Y añadía: “Qué envidia me dan [los venezolanos]. Es muy interesante vivir en un país como éste, en el que se están produciendo tantos cambios y tantas transformaciones que pueden convertirse en un ejemplo democrático para los ciudadanos del sur de Europa”” (link de cita). La envidia que sentía por ese proceso se expresa en sus loas al totalitarismo que empezaba con Chávez. No importaban los cierres de medios, los presos políticos, las estatizaciones, la militarización… los valores esos son burgueses para ellos…

El año pasado, este admirador de la revolución bolivariana, declaraba: “No voy a entrar en la dinámica de convertir Venezuela en un asunto de la política española”. La conveniencia queda explicitada. Ante el desastre, si bien muchos lo siguen defendiendo a Maduro, otros escapan ante lo que sería el colapso de su propia ideología.

Otro de ellos es Gustavo Petro quien afirmó: “Yo analizo la época de Chávez a diferencia de la de Maduro, y el que quiera analizar a profundidad el tema venezolano debe establecer esas diferencias. Si usted me pregunta si Chávez fue un dictador yo le digo que no. Si usted me pregunta si Maduro es hoy un dictador yo le digo que sí. No es lo mismo en este caso”

Siempre se encuentra la excusa. En Argentina sucedió que muchos peronistas decían que CFK no era peronista y había pervertido los ideales del general Perón cuando ese mismo sujeto había instaurado valores trágicos para nuestra sociedad.

Dentro del marxismo, desde Trostky hasta la izquierda actual afirman que Stalin traicionó los verdaderos ideales de la Revolución Rusa. Yo pregunto en qué se diferencia el gulag de estas ideas de Lenin: “ (imponer) una serie de restricciones impuestas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los capitalistas”, “destrucción del parlamentarismo burgués”, “¿Creéis realmente que podemos salir victoriosos sin utilizar el terror más despiadado?”. Todas frases sacadas del texto de Lenin, El Estado y la Revolución, donde exponen la violencia del marxismo empírico. La democracia no valía nada para ellos como no vale para Maduro. La institucionalidad es capitalista por tanto no se la necesita.

La clave es ver aquellos destellos de violencia que se expresan en las ideas. Los fines suenan populares, igualitaristas, progres, amistosos a las masas, etc., pero los medios implican prácticas liberticidas. Ojo. Para derrotar a Hitler se utilizó la violencia y en buena hora. Sin embargo, no todo es guerra ni situaciones de guerra. Las excepciones no tienen que eternizarse. En circunstancias de democracia, cualquier violación a los derechos del individuo por ser humano son inadmisibles.

No debemos ser pasivos ante el curso de la historia. La pasividad es lo que nos condena a la tragedia. Marx decía que los hechos se repetían dos veces. Primero como tragedias, después como parodias. Podemos ver cómo las empresas de la muerte, del odio y de la no-democracia viven en muchas partes del mundo. La necesidad de constituir faros de libertad que alumbren en la oscura senda totalitaria es más necesario que nunca.

Las señales, las pistas, los indicios devienen en conclusiones. Uno no puede predecir pero sí inferir. El desafío es defender la libertad con una eterna vigilancia. Llorar en el post sin haber hecho nada en lo previo es haber sido indiferente. No seamos pasivos ante aquellos que buscan destruir las libertades que enarbolamos pero que no siempre defendemos.


Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. 

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