Eternamente equivocados

Eternamente equivocados

Hemos ya escrito desde estas columnas acerca de la cuestión de los Chalecos Amarillos en Francia y su antiliberalismo en práctica, a pesar de algunos reclamos que son asimilables con la palabra liberal. En contraste, la izquierda sigue reivindicando este movimiento violento y antidemocrático. Este es, en realidad, el campo de batalla contra el capitalismo neoliberal y una ocasión inmejorable de construcción hegemónica en tiempos donde el marxismo no tiene mayores argumentos que sus experiencias fracasadas.


Brian Frojmowicz

Coordinador Local en EsLibertad Argentina

 


La experiencia francesa es el caldo de cultivo para conflictos interno:

“Mucho se ha dicho ya sobre el movimiento de los chalecos amarillos que ha puesto en jaque la presidencia de Emmanuel Macron en Francia, pero las imágenes de la última manifestación en Lyon han mostrado una faceta hasta ahora poco visible. Chalecos amarillos de ultraderecha a golpes con chalecos amarillos de izquierda. Todos llevan el uniforme de la protesta que más ha convulsionado Francia desde Mayo del 68, y todos expresan un malestar de fondo que les impulsa cada sábado, desde hace 13 semanas, a depositar su ira contra mobiliario urbano, escaparates, cajeros y coches de lujo” (Malestar contra Malestar, diario El País)

Partiendo de ahí, observamos que la extrema derecha es un foco de peligro para la izquierda no tanto por su factor ideológico sino por su foco de atracción en tanto participación activa en la violencia francesa. Es así que la izquierda exhorta:

“El proletariado no puede darle la espalda a la pequeño-burguesía arruinada, a riesgo de que esta, en su desesperación, caiga en manos de demagogos de extrema derecha. Pero tampoco debe callar sus reivindicaciones de clase para mantener la unidad del movimiento, a riesgo de que sea llevado al callejón sin salida del populismo de derecha” (Francia: ¿quién puede articular un bloque contrahegemónico contra los bloques de Macron, La Izquierda Diario)

Así, en el clima de revolución, la extrema izquierda busca combatir a la extrema derecha sin tener en cuenta que tanto sus métodos como sus ideas sociales no distan en gran forma en cuanto su vía al totalitarismo. Lo que diferenciaba en grandes rasgos al nazismo del comunismo era su colectivismo nacional-racial, a diferencia del clasismo, pero ambas como dicen Ayn Rand son formas de colectivismo, ergo de totalitarismo( en su expresión extrema).

Lo impresionante es que la izquierda argentina, el Partido de los Trabajadores Socialista, escritores del medio anteriormente citado corren por izquierda a la extrema izquierda-totalitaria de Melenchon:

“La revolución ciudadana melenchoniana está literalmente impregnada de ideología pequeñoburguesa y de todas las ilusiones que caracterizaban al viejo reformismo, como el reformismo sistemático, la transformación en el cuadro de la legalidad, la confianza ilimitada en las instituciones parlamentarias burguesas y el abandono de la lucha de clases, concepciones que van al choque con la misma experiencia subversiva de los Gilets Jaunes, por más que Mélenchon haga esfuerzos desmesurados por subirse al carro de estos” (ibidem)

Podemos deducir que no creen en la institución, no creen en la legalidad. Propias formas del fascismo que pregonaba el diálogo líder-pueblo, no mediado, directo y mesiánico. No hay representatividad, no hay estructuras que cohesionan la convivencia ciudadana bajo un Estado de Derecho y sin embargo son los primeros que reclaman por el derecho humanismo. No creen en la legalidad, pero la usufructan (lo cual no quiere decir que en esos casos no haya razones para argumentar, pero la contradicción es notoria).

Mientras, la derecha de Le Pen, en tanto nacionalista, atrae más a los Chalecos Amarillos ya que:


“Los símbolos unificadores del movimiento se refieren exclusivamente a la nación (bandera tricolor, Marsellesa) e ignoran todo lo que hace referencia al movimiento obrero y a la tradición de las luchas sociales” (ENTREVISTA CON STATHIS KOUVELAKIS, La Izquierda Diario)

En ese orden de ideas, la nación se extiende por sobre el clasismo. La fuente de colectivismo de la izquierda clásica se ve alterada ante un canto de la Marsellesa y no de la Internacional. El género humano no es La internacional, ni los Proletarios del Mundo se están uniendo, sino que un movimiento que surge de la antipolítica, remarca su pertenencia a Francia como esencia estructural. Por ellos, el marxismo hace un llamado a liderar el movimiento (que no ha surgido de la izquierda):

“Todo esto debe ser combatido con la más extrema firmeza, a fortiori, cuando tales consignas emanan de individuos que se presentan a sí mismos como portavoces del movimiento. Actualmente hay una lucha, tanto al interior de los GJ como del conjunto de la sociedad francesa para saber en qué dirección se orientará la gran –y profundamente legítima– cólera popular. En esta lucha, las fuerzas que pretenden defender los intereses de los/as dominados/as y los/as explotados/as deben intervenir para señalar los verdaderos adversarios, las fuerzas responsables de las injusticias y las desigualdades: ciertamente no los “inmigrantes” o las diversas minorías estigmatizadas, ni una vaga “casta”, término que mete todo en la misma bolsa y lleva a todas las confusiones, sino el capital, la clase a la que, por detentar el poder económico, se subordinan los poderes político, mediático y cultura” (ibídem)

Podemos evidenciar que ellos se auto anuncian como las fuerzas emancipadoras y en un fuerte dogmatismo ideológico, afirman que los otros, defienden al gran capital o son burgueses escondidos. Nada es suficiente. Quien escribe estas propuestas rechaza cualquier formación de izquierda, pero puesto en sus zapatos, tendría un poco más de autocrítica y humildad. Dado que el marxismo está basado en el odio, su accionar es la violencia y su capacidad de diálogo es nula.

Nuevamente, remarcamos la peligrosidad del movimiento francés y la utilidad que la izquierda le pretende dar. Así que, insto a un análisis liberal acerca de esta faceta del marxismo de querer auto adjudicarse movimientos políticos, ideales (dentro de los valores sociales liberales, la izquierda de manera violenta se adjudica la bandera eterna de la tolerancia), y los explotan a su parecer. La batalla es ideológica y empírica. La experiencia le aporta fracaso al socialismo mas en la ideología son más cool. Aprovechemos a pensar estas cuestiones.

 


Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. 

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