La Libertad de elegir -no la competencia- es lo que distingue al capitalismo

La Libertad de elegir -no la competencia- es lo que distingue al capitalismo


Este contenido es una traducción de Freedom of Choice -not competition- is what sets capitalism apart, un artículo de Antony Sammeroff originalmente publicado en FEE.


Lautaro Soza-Torrijos

Coordinador Local de EsLibertad Argentina y miembro del equipo de traducciones


El capitalismo no es el único sistema de competencia ni es más competitivo que otros sistemas

El capitalismo es definido como un sistema de competencia por sus adversarios o un sistema basado en la competitividad. Naturalmente, este argumento se relaciona con la frase de cómo esta “pelea con uñas y dientes” nos enfrenta unos contra otros, arruinándonos psicológicamente.

Muchos de los defensores más acérrimos del capitalismo han aceptado esta consigna sin crítica alguna. Ellos defienden fervientemente la competencia, exaltando sus virtudes, reales o percibidas. En mi opinión, esto es un error. Aceptar sin evaluar la presuposición de que el capitalismo es un sistema de competencia, en contraste con otros sistemas de “cooperación” supuesta (como el socialismo y el comunismo), es encasillar el debate mismo en términos de izquierda y jugar en un tablero previamente inclinado de manera injusta.

La feroz competencia por los recursos controlados por el gobierno

Esto no quiere decir que aquellos que defienden la competencia no tengan argumentos válidos. Por Ejemplo: si no es competencia, ¿cuál es la alternativa? ¿hay un proveedor central de cada bien y servicio existente, el cual puede decidir por nosotros la mejor manera de producirlo y luego asignarlo?

Seguramente, la democracia es un “sistema de competencia” en el cual los políticos están compitiendo por las muchas maquinaciones del control en nuestra sociedad.

Además, si la competencia afectara negativamente al mercado, ¿por qué no ocurre lo mismo en la esfera política? Seguramente, no se cuestiona si la competencia es un factor de corrupción dentro de la democracia. ¿Qué hacen los políticos sino competir por cargos? Piensen en la competencia entre los partidos políticos, por no mencionar la competencia resultante entre firmas e individuos por el trato preferencial de los políticos, legisladores, grupos de presión, grupos de expertos y votantes para recibir beneficios de las arcas públicas.

Si los libres y voluntarios estratos de la sociedad son un sistema de competición, ¿cuánto más lo es el gobierno? Seguramente, la democracia es también un mecanismo de competencia. Los políticos están compitiendo por el control de los mecanismos de nuestra sociedad, por el derecho a aprobar y hacer cumplir las leyes que se aplican a todos (estén de acuerdo o no) y obligar a su cumplimiento. Ellos no están  simplemente compitiendo por una cuota de mercado donde el ganador de la competencia es el que satisface la mayor demanda.

Todos conocemos los argumentos más comunes a favor de la competencia, por ejemplo, aumento de eficiencia, productividad e innovación. Pero, de momento, no hablaremos de ello.

El capitalismo se basa en el intercambio voluntario

No se puede considerar a la competencia necesariamente como un mal. El problema radica en definir el capitalismo como sistema de competencia en comparación con otros sistemas de índole “cooperativo”, esa es una estrategia retórica. Quienes lo hacen pueden creer honestamente que es así, pero no es cierto. El capitalismo no es un mecanismo de competencia diferente a los demás. El capitalismo (al menos en su ideal de mercado libre o laissez-faire) es un sistema de intercambio voluntario de bienes y servicios en ausencia de coerción física, robo, compulsión o fraude basado en el derecho fundamental a la propiedad privada y a la acumulación de bienes o, para abreviar: El capitalismo es un sistema de intercambio voluntario que se basa en el derecho a la propiedad privada.

Por lo tanto, uno incluso podría aventurarse a decir que, el capitalismo es el sistema que más se caracteriza por la cooperación.

Por supuesto, muchos, al ver esta definición, discutirían con nosotros acerca de la moralidad de acumular bienes. O, tal vez, si “el tan mal visto” derecho de propiedad demandado por los ricos debiera tener mayor prioridad que “el tan bien visto” derecho de las personas pobres a la atención médica o a la educación, aunque sea en detrimento del primer grupo. Incluso, podemos debatir si la relación entre los capitalistas y sus empleados está libre de coerción dada la disparidad de poder entre los dos grupos. De hecho, estos son debates que me gusta explorar más a fondo. Sin embargo, ninguna de estas circunstancias es una justificación para definir el capitalismo como un sistema que está más basado en la competencia que otros.

La competencia, al igual que la escasez, existirán siempre, independientemente del sistema

Después de todo, no es la presencia de propiedad privada o el libre intercambio de bienes lo que crea la presencia de competencia en el sistema capitalista. En cualquier situación es la escasez de recursos la que está ligada a una forma de competencia sobre esos recursos (como la distribución de estos).

Si tenemos un sistema que permite el intercambio voluntario, se generará cierto grado competencia como resultado de ese intercambio, pero eso pasa en cualquier sistema. Incluso, si existiera una sociedad completamente comunista, centralmente planificada y sin intercambio de dinero; de todas maneras, el tiempo de las personas sería limitado. Si fueras un director de cine en esa sociedad, probablemente quisieras que tu película fuera vista por la mayor cantidad de gente posible, como cualquier director. Esto te pondría en una situación de competencia con ellos. ¿Esto significa que el comunismo es también un sistema de competencia?

Ciertamente, habría competencia por el patrocinio del único cliente, el Estado. La corrupción y el amiguismo serían seguramente el resultado. ¿Qué película se hace y cuál no?, ¿quién asigna el trabajo altamente cotizado de ser cineasta y quién asigna el indeseable puesto de barrendero o recolector de basura?  y ¿cómo conseguir esos puestos de trabajo? La competencia existirá, pero, en lugar de decidirse por intercambio voluntario de espectadores, inversores y cineastas, otra persona decidirá, diría yo, de una manera más autoritaria. (Para una ilustración particularmente realista y escalofriante de cómo el comunismo sustituye a la competencia del mercado sobre los clientes, que al menos está ligada a la provisión de servicios deseables, para la competencia totalmente no democrática sobre cómo obtener el favor de la estructura de poder corrupto del Estado, remito al lector a la primera novela de Ayn Rand, Los que vivimos).

La competencia es una característica de vivir en un mundo de escasez, y existiría en cualquier sistema. El socialismo no puede eliminar la competencia, ni ningún otro sistema puede.

Costo de oportunidad significa que la competencia está en todos lados

Las implicaciones de estos hechos llegan a cualquier circunstancia de escasez más allá de la economía. Por ejemplo, supongamos que dos amigos me invitan a cenar una noche. Puede que tenga que elegir entre sus invitaciones, lo que resultará en que uno de ellos se pierda mi compañía. ¿Esto significa entonces que la amistad es un sistema de competencia?

No podemos ver a todos nuestros amigos todo el tiempo ni a todos al mismo tiempo. Incluso, si lo hacemos, estamos obligados a tener que dividir nuestra atención entre ellos. Además, no podemos mantener tantas amistades cercanas a la vez, y, definitivamente, no podemos ser amigos de todos. Esto significa que, inevitablemente, tenemos que tomar decisiones.

Cada uno de nosotros tomamos decisiones sobre con quién hacer y mantener amistades basados en nuestros juicios de valor, conscientes o inconscientes. Quizás tomamos estas decisiones en función de lo felices que nos sentimos alrededor de esas personas, por el tiempo que llevamos conociéndonos, por cuánto tenemos en común, por la confianza que les tenemos o por lo leales se han mostrado, cuánto nos educan, nos enriquecen o nos iluminan, o quizás en base a los roles que nos permiten cumplir en sus vidas. Puede haber innumerables otras razones. El hecho es que nosotros decidimos.

Las personas que sientan que se beneficiarán de nuestra compañía, por cualquier motivo, intentarán pasar tiempo con nosotros. Invariablemente, comenzaremos a tomar decisiones sobre con quién pasar el tiempo según nuestros valores, programa y qué otras actividades estamos dispuestos a sacrificar para verlos. Estos son hechos básicos de la vida, pero difícilmente hacen de la amistad un sistema de competencia.

Hacemos juicios de valor basados en las opciones de productos y servicios para consumir según la utilidad que creemos que nos brindarán, sacrificando algunas opciones por otras.

Del mismo modo, en el mercado, nuestro tiempo y recursos son limitados. Hacemos juicios de valor sobre las opciones de productos y servicios para consumir en función de la utilidad que creemos que nos brindarán, sacrificando algunas opciones por otras. Tal vez, escojamos una cafetería porque creemos que tiene el café de mejor sabor. O tal vez escojamos la que tenga mejor música o, tal vez, según cuál sea la distancia, donde el servicio al cliente sea el mejor, la que mejor nos venga al bolsillo o a la que hemos ido por más tiempo y, por tanto, nos resulta familiar. Incluso, en base a la que creemos que tiene el mejor espíritu, por ejemplo, porque es una empresa social que solo vende productos de “comercio justo” y busca deliberadamente emplear y capacitar a personas desfavorecidas. Nosotros decidimos.

Cada proveedor de servicios cree que se beneficiará de nuestras costumbres e intentará atraernos, ejerciendo una presión ascendente en la calidad de los servicios y una presión descendente en el precio, que podemos identificar correctamente como una forma de competencia. Dado que los seres humanos no son infalibles, a veces alguien puede comprar un café que no les gusta, pero a largo plazo, es probable que la competencia se gane por la satisfacción de los clientes.

Los beneficios de la libre elección

La maravilla que perdemos cuando centramos nuestra atención en la competencia, que se deriva de la elección es, en sí misma, la capacidad de elegir. Por ejemplo, supongamos que dos eventos comerciales se llevan a cabo en la misma noche. Cada posible cliente querrá elegir el evento que más le atraiga y, por las razones que elijan, en función de lo que valoran en un evento. Ahora, simplemente mencionar que estos eventos están “en competencia” sería pasar por alto el punto crucial que los asistentes (que son mayoría en comparación con los organizadores de eventos) tienen la opción de elegir entre dos eventos en lugar de uno solo.

En realidad, en lugar de competencia, hay mucha más cooperación involucrada en proporcionar a las personas bienes y servicios mejores.

En realidad, la cooperación está más presente que la competencia en la oferta de bienes y servicios. Para lograr cualquier cosa en el mercado, uno debe cooperar con compradores, vendedores, gerentes, empleados, proveedores, clientes, anunciantes, promotores, comercializadores, compradores colectivos, etc.

Leonard E. Read, fundador del FEE, ilustró esto en su ensayo más famoso, Yo, el lápiz  publicado en 1958. En él Leonard Read señala que ni una persona en la faz de la tierra sabe cómo hacer un lápiz, continúa explicando que la madera de cedro proviene del estado de Oregon y los troncos se fresan en California. El grafito se extrae de Ceilán, se mezcla con arcilla de Mississippi, y luego se trata con una mezcla caliente que incluye cera de candelilla de México para aumentar su resistencia y suavidad. Las seis capas de laca vienen por separado de los productores de habas de ricino y las refinerías de aceite de ricino. De hecho, cuando se incluye a quienes fabrican y transportan el equipo involucrado en estos procesos, no se puede evitar maravillarse con el hecho de que millones de personas participan en su creación. Están trabajando como en concierto, en cooperación y, como resultado, puedes conseguir un lápiz por solo unos centavos.

Cuando aparece la escasez, la competencia saca a relucir la elección  

La función principal del capitalismo de libre mercado no es la competencia, sino la elección.

Debido a que las personas toman decisiones con recursos escasos y tiempo limitado, la competencia será una parte inherente de cualquier sistema económico mientras haya escasez. La característica principal del capitalismo de libre mercado no es la competencia, sino la elección. En lugar de moderar la cantidad de competencia en una economía, la intervención estatal reemplazará a la competencia para atender a los clientes y los convencerá de gastar voluntariamente su dinero en una amplia gama de bienes y servicios en constante expansión. Podemos contrastar esto con otros sistemas en los que la competencia rige sobre los que pueden ganar el favor de aquellos que controlan las palancas del gobierno. Ahí es donde comienza la verdadera “lucha con uñas y dientes”.

Articulo publicado originalmente en fee.org

Con el título Freedom of Choice -not competition- is what sets capitalism apart


Esta publicación representa únicamente las opiniones  del autor y no necesariamente la posición de Students For Liberty Inc.  En el Blog de Estudiantes por la Libertad abogamos por el respeto a la libertad de expresión y el debate de las ideas.

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