La Libertad es complicada
Podríamos dar una definición exacta y concisa sobre qué es la libertad, pero aunque esa sea la forma más mecánica y común de aprender o comprender algo, esto no ayudará para nada en esta situación. La libertad es complicada. No solo porque sea una palabra difícil de explicar y que abarque un sinfín de ideas y concepciones, sino también porque estas se tornan relativas a la hora de ejercerlas. La libertad no es tan solo un concepto para memorizar y darlo por sentado, es un valor que le damos a nuestro propio ser que lo vemos reflejado en todo lo que hacemos, decimos, pensamos y decidimos. Es la esencia misma del humano y es más que solo un conjunto de palabras y mucho más que simplemente decir: “no tengo cadenas y no estoy enjaulado, por lo tanto soy libre”.
Maya Soria Boliviana. Cursa el último año en el colegio Saint George. |
En el presente ensayo se pretende unir las diversas voces que se refieren a este tema y, además, reflejarlos en nuestro ejercicio primero como cruceños y después como bolivianos. Haremos referencia a dos tipos de libertades, la positiva y la negativa, según Isaiah Berlín (1958).
Son varios fines los que el humano busca a lo largo de su existencia, alcanzar la felicidad, la igualdad, el respeto, la libertad, la justicia y el bienestar colectivo,-teniendo en cuenta que si el mundo está en paz, uno también lo estará- y sin embargo estas seis cosas son las más arduas de conseguir. Y, ¿quién no quisiera eliminar por completo las diferencias entre clases sociales? O ¿ser feliz y vivir cómodamente, sin ser molestado o agredido? O ¿saber que uno tiene las mismas oportunidades que el vecino o de la persona que pasó por el otro lado de la avenida? Mucha gente suele confundir todos esos términos entre sí y los acaban abarrotando en un solo cajón, alegando que estas conforman un único organismo. Estas personas dirán que si conseguimos uno, automáticamente ya tendremos el resto garantizado y eso es un grave error. El ser humano no tiene un solo fin en su vida, sino, varios.
Esta confusión es una de las causas de que en la sociedad exista tanta disconformidad que se termina expresando a través de la violencia para ir en contra de la ley, atentando a la seguridad ciudadana e individual, al no ser conscientes de qué es exactamente la visión que tiene el propio gobierno acerca de estos seis términos. Esto podemos observar con el referéndum del 21 de febrero, donde el pueblo votó con el 51,3% por el “No” y el 48,7% el “Sí”, votación que fue completamente ignorada, ya que nuestro presidente todavía quiere repostularse para la presidencia a costas de lo que el pueblo boliviano dijo. A partir de ahí, la libertad de elección comenzó a decaer a grandes pasos, plantando la pequeña semilla de la inconformidad que no tardaría en germinar, tal como ocurrió el 11 de diciembre del 2018, donde se organizó una marcha en rechazo a la repostulación anticonstitucional del presidente. Esa revuelta acabó expresándose en un acto de violencia al quemar el Tribunal Departamental Electoral, y finalizando con la detención de 20 universitarios.
El Estado al no saber hacer un buen uso del poder que se le ha concedido, trae problemáticas en la relación ciudadano-gobierno. Bajo esta premisa, se está asumiendo que el gobierno, al igual que el ciudadano, presenta una ambigüedad en cuanto dónde comienza la libertad de uno, cuándo deja de ser correcto o cuándo se salen del borde incierto de esa libertad que supuestamente se defiende. Como por ejemplo, al tener libertad de expresión siempre va a estar la posibilidad de que se pueda ofender a alguien, que se diga algo que el resto no está de acuerdo y entonces algunos dirían que esta debe tener un alto en cierto punto, como cuando incita al odio, a la discriminación o apoya al incremento de la desigualdad socioeconómica, acabando por afectar el bienestar social, y sin embargo prohibirla o ponerle condiciones.
No sería justo porque se nos estaría quitando la posibilidad de compartir nuestras ideas; independientemente si estas son bien o mal intencionadas, ciertas o falsas, el hecho de que pueda compartirlas es el objetivo principal. Y todas estas situaciones son unas cuantas de muchas otras que se podían explicar solo para demostrar que tanto ciudadano como gobierno, no se están marcando claramente los límites de lo que implica tener libertad, y tal relatividad y contradicciones generan que existan situaciones conflictivas como las previamente mencionadas.
Al referirnos a un tipo de libertad, la libertad positiva, es la que un individuo tiene para actuar como más le guste y a su voluntad para cumplir con sus objetivos sin tener en cuenta la interferencia que se pueda tener del entorno. Este tipo de libertad la llamaremos un tanto utópica, por el hecho de que no todos van a poder tener la cantidad de libertad necesaria para alcanzar sus metas propuestas, y por lo tanto bajo este parámetro tales personas no serían libres. Una persona que tenga mucho dinero, que tenga una mejor educación, y una buena salud podrá fácilmente conseguir cualquier cosa que se plantee; por el otro lado una persona que le falte cualquiera de estos factores tendrá más dificultades y requerirá de mayor esfuerzo y tiempo lo que podría finalizar en desistir de querer cumplir tales deseos.
Tal vez si lo viéramos desde otra perspectiva, como por ejemplo, decir que esta libertad positiva se aplique a las personas que puedan cumplir con los objetivos que se propongan dentro de lo que son capaces de conseguir, sería más viable de concebir, pero nuevamente, esto implica que habría le existencia de otras personas con más libertad que la otra. Se puede decir, entonces, que esta libertad es solo aplicable para personas que se encuentren en una posición favorable en la pirámide social, siendo esta un tanto alejada de los ideales de llegar a una igualdad (Berlín, 1958).
Tal como ocurre en Bolivia, vemos en las calles personas que viven en la extrema pobreza, otros grupos que viven en con escasos ingresos, o al menos los necesarios, para comer al día siguiente. Si se aplicara el concepto de libertad positiva en el país, se podría decir que la mayor parte de Bolivia no es libre porque no son capaces de satisfacer sus objetivos y/o deseos. ¿Es esta la libertad que buscamos? Tal vez para muchas personas sí, es comprensible que esta libertad sea apoyada por esos individuos que se sientan favorecidos a través de ella, o se sientan identificados con ella.
Pero la pregunta sería, ¿y dónde queda el resto? Ante esa situación, Bolivia tiene este modelo económico llamado sociocomunitario productivo, donde básicamente se busca eliminar la desigualdad social,- si nos basamos en que el dinero/poder es un factor importante para la libertad- al dar bonos, subsidios, establecer un salario mínimo, entre otras políticas para ayudar a que las personas puedan moverse en su burbuja individual; a darles ese pequeño arranque para explotar al máximo la libertad que se les tiene permitido. Al tener un gobierno populista el cuadro que se tiene de la libertad es muy específico, en el cual el gobierno debe interferir en la burbuja individual de las personas y ayudarlas solo lo necesario para que puedan cumplir con sus metas, y de esa manera, el gobierno queda como un padre cuidando de sus hijos, donde existe una relación de responsabilidad, de cuidado y dependencia entre ambas partes. Bolivia es considerado un país populista por varias razones, entre ellas debido a sus políticas que favorecen a las clases más bajas, que ocupa una gran parte del país, se convierte hasta en estrategia política para conservar el poder, se torna en una conveniencia el hecho de que la población se mantenga en la pobreza para seguir dependiendo de la mano que le extiende el gobierno y a cambio tener su apoyo y voto; además de otras características como la exaltación del líder que moviliza a las masas y estas le dan autoridad para demostrar que solo hay una verdad, el líder interpreta y siente la voluntad del pueblo, existe una polarización de la sociedad, el desprecio de las instituciones representativas, la negación de la legitimidad de los oponentes y censura de los medios de comunicación.
Por el otro lado, está el concepto de libertad negativa, el segundo tipo de libertad planteado por Berlín, que sostiene que uno tiene más libertad cuando no hay nadie ni nada que lo coaccione u oprima; en otras palabras se lo podría explicar diciendo que dentro de la burbuja individual uno será más libre si nadie interviene en su decidir, actuar o disposición de sus bienes, independientemente de sus ventajas, propiedades o situación. No ser el esclavo de nadie, lo cual suena bastante coherente y sensato al ver la realidad boliviana o inclusive la de otros países.
Retomando el ejemplo del 21F, es evidente el intento de las autoridades de quitar cada vez más la libertad de expresión,-afectando la burbuja individual-como se puede observar con el tema del periodismo, con los políticos perseguidos, o el arduo intento de controlar el contenido que se filtra por las redes sociales, debido a que podrían afectar directamente a la imagen del gobierno, pero este no se preocupa en solucionar los problemas como el abuso y la violencia que derivan de su mal empleo de poder ya que al ser socialistas/populistas son antiliberales, lo cual significa que el gobierno hace acto de presencia en más aspectos del país desde lo económico hasta lo social, no se mantiene solo como un ente administrativo. Si con el anterior concepto de la libertad positiva el peso recaía sobre el gobierno, y le otorgaba un cierto grado de responsabilidad para facilitar las libertades de las personas, bajo este concepto de la libertad negativa lo que el gobierno está haciendo en realidad es interferir con dichas libertades.
En este sentido surge la siguiente cuestión ¿dónde podemos encontrar esta libertad negativa? ¿Cuál sería un buen ejemplo de esta libertad en su máximo esplendor? En las últimas décadas, y más que nunca en los últimos par de años, el internet se ha convertido en una parte imprescindible en las vidas de las personas, no solo como modo de entretenimiento o información, sino para poder expresarse con respecto a los temas de interés en el mundo, desde la política, economía, el medio ambiente, la música, entre otros. Y todo eso debido a la horizontalidad de las redes sociales, que forman parte de esta estructura descentralizada, permitiendo la participación de las personas al no tener restricciones ni límites a la hora de compartir una opinión-siempre y cuando no se afecten las libertades o derechos del resto. De esa manera, surge este híbrido entre el espacio cibernético y el espacio urbano, es decir un tercer espacio, del que Manuel Castells llama “el espacio de la autonomía”. El hecho de que se abra un lugar autorreflexivo, en el que diversos actores sociales se encuentran sin conocerse, para presionar, deliberar, organizarse, exigir a las autoridades competentes, presupone un modelo de cómo debería ser el espacio urbano, independientemente de las redes sociales ya que no sería concebible la idea de llamarnos libres a través del internet y en la vida real no serlo. Una muestra de estos movimientos en los cuales se promueve la participación de los ciudadanos y el fortalecimiento de la democracia por estos espacios es el claro ejemplo icónico de “La primavera árabe” y en Santa Cruz podemos citar el movimiento en Defensa de la Manzana Uno como espacio de arte, la protesta de la Matanza de mascotas en Terracor, el alto del incremento de los precios de Tigo, y la Revolución Jigote. (Mamani, Gutiérrez, Vaca, 2013: 17-18).
Un ejemplo, más sencillo, sería el hecho de que los presidentes de los países hagan uso del Twitter y publiquen de vez en cuando mensajes, fotos o avisos, y las personas que sigan su cuenta, con toda la libertad del mundo pueden responder y comentar esos tweets sin pena alguna, aunque en algunos casos sí terminan siendo eliminados. Pero en cambio, la mera idea de decir tales cosas sin filtros en la vida real, una persona se lo pensaría dos veces, ya que no hay ese ambiente de seguridad que se tiene detrás de la computadora. Es más fácil escribir algo y apretar el botón de “enviar” y sentirse con más libertad para decir lo que uno piensa, incluso si es ofensivo. A partir de esto se puede decir que con la libertad negativa, aparecen distintos obstáculos al que se tendría con la libertad positiva, pero los cuales son más reales a la coyuntura actual.
En resumen, se habla mucho sobre no interferir en la libertad del individuo, como tampoco coaccionarlo, pero al mismo tiempo se defiende la posición de que no tienen que haber leyes para que un individuo sea sometido por las barreras puestas por sus propias circunstancias, que sería en el caso de una persona que no tiene a nadie que le obstaculice su camino pero que sin embargo no tiene los medios para poder saciar sus deseos de elección-libertad positiva- y al otro lado tenemos a otra persona que sí tiene los medios para poder cumplir con sus objetivos y no tiene nada ni a nadie que le interfiera -libertad negativa-.
A todo ello ¿quién o qué determinaría entonces esas barreras que delimiten nuestra burbuja individual? O ¿no habría tales barreras porque entonces no se podría denominar como libertad? ¿Es la libertad absoluta la que nos traerá la igualdad que tanto anhelamos? ¿Qué pasaría si hiciéramos lo que queramos ignorando la existencia de un gobierno que nos establezca normas? Para profundizar un poco más en este otro lado de la moneda, Jean Jacques Rousseau explica lo siguiente: para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza-libertad absoluta. Siendo así, los derechos y los deberes de los individuos constituyen las cláusulas del contrato social, en tanto que el Estado es la entidad creada para hacer cumplir el contrato. Del mismo modo, los seres humanos pueden cambiar los términos del contrato si así lo desean; los derechos y los deberes no son inmutables o naturales. Por otro lado, un mayor número de derechos implica mayores deberes, y menos derechos, menos deberes (1762 14-16).
Para este caso en particular, Rousseau coloca a la libertad como una característica natural de los humanos que debe ser manejada y mantenida bajo control si se desea vivir en una sociedad armónica y complementaria. Pero, retomando las cuestiones anteriores, ¿qué podría ocurrir si las personas, en vez de acordar en un contrato social, decidieran convivir sin una figura de autoridad? Robert Filmer responde esta cuestión de la siguiente manera:“Mas esa libertad no se hallará en ninguna república, pues hay más leyes en un estado popular que en ninguna otra parte y, por consiguiente, menos libertad; y el gobierno, dicen muchos, se inventó para quitar la libertad, y no para darle a cada hombre. Semejante libertad no puede ser, pues, no habría ningún gobierno en absoluto”. (Smith 2015).¿Qué se quiere decir con esto? Que la libertad más pura y absoluta implicaría claramente hacer lo que a uno le plazca sin tener en cuenta el perjuicio hacia los demás, poniendo los intereses personales por encima de los derechos de los otros, aunque tales derechos no existirían al no tener la presencia de la ley. Al respecto, John Locke menciona que “La libertad no es,…, libertad de hacer cada cual lo que le apetezca. ¿Quién podría ser libre, cuando la apetencia de cualquier otro hombre pudiera sojuzgarle? Mas se trata de la libertad de disponer y ordenar libremente, como le plazca, su persona, acciones, posesiones y todos su bienes…” (Smith 2015). Inevitablemente el Estado tiene la responsabilidad de limitar las libertades de los ciudadanos para garantizar la libertad de los otros y el respeto a sus derechos sociales, tal como menciona Rousseau en el “Contrato Social”. En definitiva, la libertad negativa, es la que mejor engloba lo que sería la libertad más accesible y realista para el humano.
Un individuo no tiene porqué ser oprimido o coaccionado por nadie si este quiere actuar de cierta forma ya que sus intereses y deseos le pertenecen a él, pero sí van a ser tomados en cuenta cuando sus deseos involucren el daño o atentado a la libertad de otro que llevaría más adelante a un castigo legal o social que ya conocemos; y ese “alguien” que controle, o mejor dicho, limite esas posibles desviaciones de la libertad, sería el Estado o la autoridad en orden para garantizar que todas las personas sean respetadas en cuanto a su vida, su libertad y el producto de estas dos. (Stuart Mill 1859 69-70).
El Estado solo tendrá el poder que se le otorgue ya que sin el pueblo no existiría tal Estado. Por lo tanto, uniendo las ideas antes mencionadas, se puede concluir que para poder convivir en equilibrio con el resto, se ve necesaria la intervención de alguien, en la mayoría de los casos, elegidos por los ciudadanos, para que regule las acciones y esas ganas de querer seguir nuestras ambiciones. Es decir, un país que sus leyes son mínimas y que apoye totalmente a la ideología de libertad es hacer lo que me plazca, cómo, cuándo y dónde quiera –anarquía- consecuentemente las personas tendrían la libertad de hablar lo que quieran, de hacer lo que quieran, de moverse por cualquier lugar, de elegir la comida que comerán -básicamente lo que actualmente se nos permite hacer y que se hace- pero también podrán robar, violar, matar, o secuestrar, destruir una casa, maltratar a su familia, andar desnudo por la calle, vender lo que quieran aunque se incluyan productos considerados ilegales y una gran variedad de actos que no se podrían pasar por nuestras cabezas.
¿Por qué ocurriría esta gran tergiversación de lo que al principio sonaba como algo normal para terminar en acciones que actualmente son condenadas por la ley? Debido a la falsa creencia de que esa libertad absoluta no implica también la libertad de obrar para el mal. Sí, aunque sea difícil de creer, este sería un escenario que podríamos estar viviendo si no hubiese nada o nadie que impidiera a las personas seguir ciegamente a sus deseos. ¿La gente realmente haría tales cosas? Probablemente, ya que incluso ahora que contamos con leyes y sanciones, de todas formas lo hacen. Pero usando ese mismo ejemplo hipotético, ¿por qué las personas llegarían hasta ese punto? Simple y sencillamente, porque tendrían la libertad de hacerlo. Esto es lo que implicaría una libertad total sin un Estado, sin leyes, y por ende sin derechos o un orden. Si todos somos libres, nadie podría imponerse sobre el otro y por lo tanto tampoco habrían clases sociales, ni jerarquías, tampoco existiría ese sentimiento de superioridad e inclusive se perdería la esencia de ser libre como tal.
Para el caso específico de Bolivia, basándonos en su estado de democracia, cabe decir que este no tiene conflicto alguno al tratar de ligarse al concepto de la libertad negativa, ya que la clave está en que no importa quién esté al poder, sino en cuánta autoridad se va a tener, o sea, cuánto poder se le permitirá tener. Visto desde esta perspectiva, Bolivia es un país en su mayoría libre, si es que no lo podemos llamar por completo. Sin embargo, para Berlín el liberalismo es escéptico, no concibe al poder como un medio para obtener la felicidad o la igualdad sino como un instrumento para proteger a los ciudadanos y defender sus libertades. No hay ninguna ley que le prohíba moverse o comprarse un auto, y sin embargo no puede hacerlo porque no tiene el dinero, la capacidad física o mental requeridas para hacer tal acción y por lo tanto solo le quedaría una opción para elegir que sería la de no moverse y no comprar ese auto.
A pesar de que el Estado en sí no lo restringe ¿podemos llamarnos libres? ¿De qué serviría decirle a un grupo de perros que son libres si ellos no tienen la capacidad mental y de raciocinio para siquiera entender el lenguaje, y que a pesar de sentirse libres todavía dependen de su dueño porque no pueden alimentarse por su cuenta o poder adquirir un hogar propio? Usando la definición de la libertad positiva, se vería que claramente Bolivia tiene un problema por solucionar: un gran porcentaje de su población no es libre, y con este enfoque, Bolivia busca la manera de contrarrestar tal dificultad involucrándose dentro de la burbuja individual para facilitarle el camino a las personas. A pesar de la libertad negativa empleada en los países, no hay uniformidad ni un buen empleo de esa libertad, y no porque existan personas con más limitaciones que otras, ya que la ley se aplica para todos por igual, sino porque dependiendo del país el enfoque varía de lo que considerar libertad: ya sea el cual dejan a las personas que consensualmente aceptaron entrar al corral propiedad del gobierno, o el cual no solo basta con estar en el corral, sino estar bien alimentados, o en ese caso extremo que quedó descartado, que ni siquiera exista ese corral y se pueda correr por cualquier lugar; hablando metafóricamente. En uno la libertad se reduce al dejar hacer sin que afecte al hacer de los demás, y el otro se ve como un derecho que debe fomentarse y ayudar a que se lo pueda conseguir.
El hecho de haber nacido libre y que conforme uno va creciendo cree que va perdiendo su libertad, en realidad no es así. Rousseau (1762) afirma que “El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas. El mismo que se considera amo, no deja por eso de ser menos esclavo que los demás”. Cuando uno nace, viene al mundo básicamente solo, siendo un agente no ético y todavía no presentado a la sociedad, al ir creciendo y adquiriendo mayor consciencia, tiene la capacidad de darse cuenta de que hay diferentes opciones que se puede elegir donde algunas pueden ser más dañinas o benefactoras que otras, en consecuencia se establecen barreras para mantener bajo control los deseos humanos ¿Hasta qué punto lo podemos llamar libertad? ¿Dónde está esa separación entre ser libre o ser una persona que pasó los límites convirtiéndose en un criminal, anarquista y/o libertino? La simple idea de anhelar algo no significa directamente que se deba conseguir. Hay deseos, sueños, y objetivos en la vida que lógicamente no pueden ser concebidos sin que atente contra la libertad y derechos de los demás, por ende, teniendo en cuenta esta coyuntura, no es que se nos quite más libertad sino que se intenta asegurar y mantener todas las libertades por igual.
En definitiva, se puede concluir que la libertad que se aplica actualmente es la que se considera como no ser restringido físicamente, como tampoco coaccionado o tener prohibiciones a la hora de querer hacer algo dentro de las propias oportunidades y situaciones de cada ciudadano, sin que interfieran con la de los demás o atenten contra la seguridad y armonía de la sociedad. Es un estado en donde nos encontramos en nuestro propio espacio, donde podemos hacer con este lo que queramos, y tal espacio es determinado por el gobierno por la sencilla razón de que nosotros, como individuos, accedimos a ceder un poco de autonomía a cambio de protección y la certeza de que seremos respetados al igual que nuestro espacio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANF (Diciembre 11, 2018) “Violencia en Santa Cruz: Incendian el Tribunal Electoral Departamental” El País. Recuperado de: https://elpais.bo/violencia-en-santa-cruz-universitarios-incendian-el-tribunal-electoral-departamental/
Mamani, J.D., Gutiérrez, F.A., Vaca, H.R. (2013) “Generación WiFi: Facebook, Twitter y YouTube como espacios de libertad, participación y ocio de los jóvenes en Santa Cruz” La Paz-Bolivia: PIEB
OEP (2016) “Resultados Oficiales. Referendo Constitucional 2016” La Paz-Bolivia: Estado Plurinacional de Bolivia
Rousseau, J.J. (2003) “El Contrato Social”. Buenos Aires: Editorial Losada.
Smith, G.H. (Enero 23, 2013) “Negative and Positive Liberty: Some Historical Reflections” Libertarianism.org. Recuperado de: https://www.libertarianism.org/publications/essays/excursions/negative-positive-liberty-some-historical-reflections
Stuart Mill, J. (1859) “On Liberty” (Trad. Josefa Sainz Pulido) Recuperado de: https://ldeuba.files.wordpress.com/libro-stuart-mill-john-sobre-la-libertad.pdf
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