A veces no existe una limitación de poder otorgado a los políticos. Aunque parezca invisible, el poder mayor del estado, a los políticos, implica un riesgo muchas veces no pensado.
Leonard Quinde
Director Nacional de EsLibertad para Ecuador
A veces no logramos darnos cuenta del riesgo que conlleva darle cada vez más poderes al Estado en nuestras vidas y es algo en lo que deberíamos ponernos a pensar cada vez que un gobierno quiera crear una nueva ley.
Muy pocos creen que realmente quien ostenta algún cargo político pueda ser buena gente pero por otro lado muchos socialistas y estatistas creen que sí es posible que quien gobierne llegue a ser una persona respetable y decente o que solo basta con ponerles ciertas reglas para que se comporten.
Pero aunque podamos suponer que un político realmente pueda ser buena persona debemos estar muy conscientes que todo lo que haga lo heredará un próximo gobierno, próximo gobierno que no necesariamente sea tan buena persona y esto es algo que siempre debemos tener muy en cuenta.
Hay quienes quieren permitirles a sus gobiernos que, por ejemplo, regulen la libertad de expresión porque para estas personas los políticos que los presiden parecen tener un sentido justo y necesario de los “excesos” que se están cometiendo por dejar a las personas decir lo que quieran.
Hay que tomar en cuenta que a pesar de que un gobierno pueda tener una criterio decente de lo correcto e incorrecto, él no será el único que pueda aplicar dicha ley, esa ley se mantendrá en el tiempo como parte de la estructura legal del Estado y que un próximo gobierno puede llegar a aplicar con ideas completamente diferentes de lo que se debe o no se debe hacer, entonces lo que empezó, por ejemplo, como una simple ley que regulaba ciertos programas de televisión que un grupo de personas consideraba ofensivos, se transformó en una ley que regule los programas televisivos y sólo se puedan ver programas que alabaran al gobierno o a sus políticas.
Una simple ley de comunicación puede transformarse en el arma perfecta para que un gobierno pueda adoctrinar a las personas, para que pueda evitar que sus casos de corrupción salgan a la luz, para que las personas vivan en una realidad que nace de la cabeza de un político, como Kim Jong-un informando a su país que Corea del Norte había ganado tres partidos en el mundial de Brasil 2014, cuando ellos ni siquiera habían clasificado, pareciera algo inofensivo en este caso pero sólo hay que detenerse a pensar en el alcance que algo como esto puede llegar a tener, si les mintió en algo tan “superfluo” como el fútbol, cuanto les podría estar mintiendo en otros aspectos políticamente más rentables.
Debemos reaccionar ante cada nueva iniciativa que vaya a restringir nuestras vidas o la de los demás como si fuera ser utilizada como el político más totalitario y más contrario a nuestras ideas como podríamos imaginar para tratar de dimensionar el daño que este podría provocar si le dejamos la mesa servida.
No debemos dejarnos llevar por un discurso simpático o por un político carismático y “buena” gente, debemos estar muy conscientes del alcance que pueden llegar a tener ciertos poderes que les permitimos otorgarse a los políticos, debemos también tomar en consideración que muchos están detrás del poder que pueden significar esos cargos y que muchos de ellos usarán todas las plataformas legales disponibles para poder incrementar sus réditos políticos y que si estas plataformas no existen están dispuestos a crearlas si se los permitimos.
Debemos estar atentos porque nuestra libertad corre peligro día a día, con cada nueva ley nos podemos estar jugando nuestro futuro y/o el de nuestros hijos y sus hijos, debemos dejar de estar tan confiados y debemos comenzar a despertar, debemos darnos cuenta que los únicos responsables de nuestras vidas debemos ser nosotros mismos y que para cambiar las cosas solo hace falta que nos empoderemos y luchemos con nuestras propias fuerzas para lograrlo.
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