El fin de la corrupción en México.
El actual gobierno de México, llegó a serlo debido a una promesa en la que creyeron 30 millones de electores: El final de la corrupción. Sin embargo, como sucede con la mayoría de los grandes problemas, las soluciones son más complejas que tan sólo llegar al poder y decretar entonces, el fin del problema.
Yonatan Alexis Rodríguez Hernández Coordinador Local, Estudiantes por la libertad. Estudiante de Derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León. |
El actual gobierno de México, llegó a serlo debido a una promesa en la que creyeron 30 millones de electores: El final de la corrupción. Sin embargo, como sucede con la mayoría de los grandes problemas, las soluciones son más complejas que tan sólo llegar al poder y decretar entonces, el fin del problema.
Hablamos de corrupción cuando un agente público, elegido o designado, abusa de una relación de confianza para obtener beneficios privados, generalmente económicos. Un acto de corrupción es siempre una responsabilidad individual entre, por lo menos, dos actores para generar una ventaja injustificada en contra de terceros sin respetar el marco oficialmente establecido para determinado tipo de transacciones.
La corrupción es un fenómeno global que debe combatirse en cualquier sistema político, por los efectos negativos para la sociedad y la economía.
El estado como la gran máquina de la corrupción.
Según el índice de Percepción de Corrupción de Tansparency Internacional del 2018, México tiene una puntuación de 28/100 y ocupa el puesto 138 de un total de 180 países analizados. Es decir, mantiene altos niveles de corrupción; de hecho, está tres lugares por dejado del puesto que ocupaba en 2017, quedando entre los cinco países con la calificación más baja en la región de las Américas.
¿Por qué existe tanta corrupción en México? Podemos atribuirla a diversos factores. El primero de ellos es que la corrupción en México es un fenómeno endémico, el más difícil de combatir. Se da por hecho, que para progresar es necesario recurrir a actos desleales y que, además, hay ciertas profesiones o empleos dónde ser honesto no es una opción y otras desde las cuales tendrás que voltear a otro lado al presenciar actos corruptos. No podemos pelear una batalla que aun antes de empezar la sociedad cree perdida o ni siquiera ve la necesidad de combatir.
Otro factor que parece necesario hablar, es la cantidad de funcionarios públicos dependientes del Estado. Según cifras del INEGI, en 2017, 4.9 millones de servidores públicos trabajaban en 44 mil de las diferentes instituciones de las administraciones públicas de México, sin contar maestros, enfermeros, médicos y policías.
Los sectores más propensos a actos de corrupción son el departamento de obras públicas, el sistema de aduanas, los cuerpos policiales y el poder judicial, debido al contacto más próximo con las personas y el poder de sus acciones u omisiones del ejercicio de sus funciones, que resultaran en un beneficio privado e inmerecido al portavoz de soborno.
Obviamente, no es que por sí sola la relación de un gran número de servidores públicos y altos niveles de corrupción, sino aunado a nulas o ineficientes políticas públicas, leyes e instituciones para garantizar la transparencia y acceso a la información pública.
Los efectos de la corrupción:
No existe un país inmune a la corrupción y allá donde está presente tiene consecuencias negativas sobre la sociedad, como:
Aumento en la presión tributaria: si el gobierno tiene menos dinero consecuencia de la corrupción, aumentará los impuestos que ya existen o creará nuevos.
Disminución en la calidad de los servicios a cargo del gobierno: La educación, salud, infraestructura vial, cortes judiciales y demás servicios que el estado ha reclamado como suyos se verán notablemente reducidos en su calidad, principalmente en aquellos destinados a quienes no pueden reclamar.
Ahuyento de inversiones y distorsión de la competencia: Los contratos públicos son un importante factor económico, si el Estado no puede ofrecer un trato igualitario y transparencia a los competidores, entonces no puede garantizar una justa competencia. Es decir, no podemos saber si los impuestos son menos que correctamente empleados en todos los contratos públicos.
Contaminación del medio ambiente: ahí donde haya una afectación al medio ambiente, se arreglará rápidamente con un soborno. Será la sociedad quien tenga que sufrir el daño.
Vulnera el Estado de Derecho: si el poder judicial, encargado de hacer justicia es corrupto crea una incertidumbre jurídica terrible, de tal magnitud que, quien cometiere un delito no estaría obligado a pagar por él y quién se cuida de observar la ley estaría en prisión.
Concentración del poder: si desde el ejecutivo se pueden comprar las voluntades de legisladores y jueces, la división de poderes se convierte en una ilusión y deja de existir. Dando inicio a la aceptación, ejecución y aplicación de leyes a modo, incluso aquellas que sean inconstitucionales. Las cortes judiciales se convertirían en un instrumento más para la persecución de los adversarios del gobierno.
La corrupción en México no ha terminado. Un elemento históricamente emblemático en la mayoría de los países latinoamericanos no iba a irse tan pronto el ejecutivo se pintara de los colores de otro partido político. Las intenciones de erradicar un fenómeno tan dañino, son buenas, sobre todo si son respaldadas por los ciudadanos, el principal actor en la lucha contra la corrupción y en favor de la transparencia.
Más es preciso, saber hacia dónde encaminar los esfuerzos: la creación de instituciones y mecanismos eficaces que eviten la impunidad en los casos de corrupción. Los ciudadanos deben de dejar de considerar la corrupción, como algo normal e inevitable; así también, como una manera de agilizar trámites o ingresos extras para los agentes públicos.
La sociedad no debe abandonar su desconfianza connatural hacia el poder público, la denuncia mediante el ejercicio de la libertad de expresión y prensa, y además de la acción judicial. Solo entonces podremos estar cerca de ver el final de la corrupción.
Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.