¿Qué son los impuestos? ¿Para qué sirven? ¿Son necesarios? ¿Tienen alguna repercusión sobre la libertad de los individuos? ¿Qué alternativas existen si es que las hay? Estas y otras preguntas acerca de la complejidad de los impuestos son respondidas por Jean Masoliver Aguirre, nuestro invitado para el cuarto episodio de Libertad Stereo. Masoliver es Investigador de la Fundación para el Progreso (Chile), además de ser Politólogo con especialidad en Gobierno y Gerencia Pública de la Universidad Alberto Hurtado. En adelante se muestran algunas de las reflexiones que Masoliver ha hecho en torno al tema de este episodio “Impuestos y libertad”, al final del post puedes encontrar y escuchar el podcast completo.
El impuesto desde un punto de vista teórico liberal vendría siendo una contribución obligatoriamente entregada por parte de los ciudadanos al Estado, para que éste pueda realizar las acciones que los gobernantes juzguen convenientes, con independencia de si son muchos o pocos, o son buenos o son malos. En términos objetivos, el impuesto es una coacción que el Estado hace a los ciudadanos, expropiándoles parte de la canasta que obtienen por el uso de su esfuerzo y su trabajo. La utilidad que tienen los impuestos depende mucho de lo que los gobernantes decidan y, en general, está sometida a lo que el arbitrio de los gobernantes, en cualquiera de sus formas, determine.
Los impuestos no son una forma de redistribuir, son una forma de empobrecer a la sociedad. De hecho, en general donde hay menos impuestos es donde hay más progreso económico, y donde hay más progreso económico hay más empresas y hay más trabajo, y donde hay más trabajo hay mejores sueldos, y donde hay mejores sueldos los ciudadanos salen de la pobreza.
Si nosotros nos abanderamos con las ideas de la libertad, lo que tenemos que pensar es en cambiar al Estado tal como está. Una de las críticas fundamentales al Estado es la de los impuestos, pues son eminentemente coactivos. Y si pensamos con la lógica que tenemos hoy en día del Estado, pensar en un Estado sin impuestos sería algo contradictorio. Entonces lo que tenemos que pensar, primero, es un Estado que se funde en un ideal clásico de la libertad, que es el de consentimiento. Toda acción Estatal, toda acción gobernativa de hecho es consentida por los ciudadanos, y eso desde John Locke y hasta nuestros días es algo que se comparte, en general, en la teoría de la libertad. Los impuestos por ser “impuestos” no son consentidos, y tenemos que pensar entonces modelos de Estado que permitan ese consentimiento. Allí yo no tengo dudas en proponer el surgimiento de modelos de Estado que sean mucho más pequeños tanto en lo territorial como en sus atribuciones, que se financien necesariamente de forma voluntaria. Y eso no lo digo solamente yo, lo dice Ayn Rand y en cierta forma también lo plantea Robert Nozick.
El Estado como está configurado hoy día es un Estado que lleva una especie de inercia basada en la coacción. Lo que tenemos que pensar es en buscar modelos institucionales que constantemente aseguren al individuo, al ciudadano, a consentir la actividad estatal. Si bien la democracia tiene un poco de eso, porque cada vez que nosotros elegimos a los gobernantes estamos de cierta manera consintiendo su acción, la verdad es que hay elementos de la democracia que no tienen que ver con la libertad. Entonces también tenemos que pensar en modelos democráticos que vayan más allá de lo que hoy en día entendemos como sistema democrático, y nosotros los liberales deberíamos exhortar a la opinión pública a abrazar modelos distintos que conlleven más libertad, y con eso impliquen que los impuestos estén basados en el consentimiento y no en la coacción como ahora lo estamos observando. En ese sentido hay que destacar que el liberalismo cree profundamente en que la ciudadanía puede solucionar sus problemas por sí solos, porque la ciudadanía lo hace mejor, lo hace más barato, lo hace más eficiente y, por cierto, lo hace basado en la libre elección y no en la coacción.
Pero hay modelos alternativos. Entre los más cercanos está el de la Escuela de Chicago, la propuesta que Milton Friedman hizo pegó muy fuerte en Chile, que es el tema de los vouchers, según la cual el Estado entrega dinero para proveer servicios pero, al mismo tiempo les entrega a los ciudadanos la posibilidad de elegir libremente con quién consumir, con ese dinero, dichos bienes y servicios, que no necesariamente están ofrecidos sólo por el Estado sino que, en su mayoría, lo están por el sector privado. Otro es un modelo más bien cercano al anarcocapitalismo que implica que el Estado no debe proveer ningún tipo de servicios, sino que los privados observando que hay la posibilidad de explotar, económicamente, una necesidad que tienen los ciudadanos, van a erigir instituciones, en este caso empresas, que vengan a responder a la demanda que los ciudadanos hacen.
A continuación, te invitamos a escuchar en su totalidad el cuarto episodio de nuestro podcast, “Impuestos y libertad”, con Jean Masoliver Aguirre:
Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas. Si eres un estudiante interesado en presentar tu perspectiva en este blog, escríbele a la Editora en Jefe, de EsLibertad, Alejandra González, a [email protected].