Si uno analiza con detenimiento cada uno de los regímenes populistas, podrá visualizar una característica que poseen cada uno de los mismos y esa es la característica del personalismo.
Elías Grandoli
Estudiante de Relaciones Internacionales
Alguna vez, viendo una serie de Netflix, se me cruza por los episodios una frase magistral de Macbeth, a partir de la cual, se puede deducir cierta reminiscencia con una gama serial de gobiernos que terminaron en el fracaso más rotundo pero son recordados con un desdén y dicha que revuelve el estómago. Muchos se preguntan normalmente un porqué (muy razonable) sobre el accionar de ciertos gobiernos o administraciones pero más precisamente sobre personas en concreto que estuvieron a la cabeza de los mismos y llevaron su accionar hasta sus últimas consecuencias. Y claro, ¿Por qué hicieron lo que hicieron? ¿Por qué se han empeñado en perseguir con tal vehemencia sus objetivos a pesar de todas las advertencias tanto ajenas como allegadas? ¿Por qué se incurre en semejante grado de irracionalidad digna de estudio para la disciplina de la psiquiatría?, entre otras preguntas ¿Porque?.
Esa razón puede quedar en el limbo de la imaginación y perderse con el tiempo, pero irónicamente vuelve a aparecer una y otra vez con desgraciada recurrencia para los que vivimos en países que han padecido este suplicio que son los gobiernos que se autodenominan con frecuencia populistas.
Ahora, uno puede comenzar con las respuestas una vez planteadas las preguntas y posteriormente haber hecho alguna lectura, estudio o investigación, de la cual, se pueden plantear algunas tales como: Porque es la manera de lograr objetivos que dicta una ideología cerrada e incuestionable y se quieren lograr de la manera que sea, otra puede ser, porque de esa manera un grupo de personas puede lograr así, satisfacer una profunda necesidad de poder, de lograr una realidad en la cual poder controlar personas a su mero antojo es el pan de cada día, otras sugieren el impulso implacable por el logro de resultados que son visualizados de forma profética en algún pasaje que formó su manera de pensar.
Todas esas respuestas son bastante prometedoras, y uno puede adherir si quisiera, pero yo personalmente sugiero otra que es más rica en realidad y comprensión que atraviesa sin excepción a todos los regímenes populistas y es la de que: “Para los muertos, su reino no significa nada, tienen su réquiem y la eternidad”.
Pasemos a explicar. Si uno analiza con detenimiento cada uno de los regímenes populistas, podrá visualizar una característica que poseen cada uno de los mismos y esa es la característica del personalismo. Esto es, que cada uno tuvo una especie de líder (Führer en Alemán), y a este líder se hace referencia en la frase anterior. El líder, una vez habiendo hecho desmanes, atrocidades con, por ejemplo: las cuentas públicas de un país, el mismo se deposita en un lugar de gloria dentro de la historia, queda incrustado en las memorias de aquellos que lo vieron surgir y triunfar. Para ellos, luego de haber experimentado semejante situación de supuesto bienestar, atribuido al líder, se torna imposible un paso en falso o equivocación o fracaso por parte del mismo (recuerde las características divinas), y si esto ocurriese, se lo atribuiría a un factor externo a su persona o a algún enemigo foráneo, así como una gama increíble de excusas para apartar de lado la responsabilidad de sus acciones.
Entonces, su obra (Réquiem), más bien, su paso por la historia, queda inmortalizado, o sea, es eterno, y para ellos, los líderes que después dejan vacante la silla del poder (la muerte, figurativa o literalmente), no les importa en lo más mínimo la situación en la que se deja el país en cuestión, porque su objetivo era ese, ¡Sí!, otra cualidad divina que emana de sus frías y despiadadas mentes, la inmortalidad. Porque como ya sabemos, la inmortalidad es una condición sine qua non para todos los dioses. Ahora, el problema que puede surgir con el tiempo y la inevitable dinámica de la historia, es que la eternidad del líder puede fallar y veritas magna est et prevalebit.
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