Escrito por Katiuska Huggins
Internacionalista venezolana, actualmente reside en Bolivia desde donde contribuye con artículos de opinión poniendo en contexto la situación de su país a diversos medios de comunicación.
El escenario del 10 de enero en el Tribunal Supremo de Venezuela en la posesión del segundo mandato de Nicolas Maduro ha sido tangencialmente diferente al del año 2013. Inicia su segundo mandato con varias sombras: un país sumido en una profunda crisis, no reconocimiento por gran parte de la sociedad venezolana y conflictos con actores importantes de la Comunidad Internacional.
Maduro pretende sostener el poder del oficialismo desde los límites y la confrontación. Según el gobierno oficialista, los pasados seis años no han sido suficientes para vencer la “guerra” de la derecha y, por tanto, ahora con el poder total de las instituciones del Estado, si se harán efectivas las medidas propuestas. Sin embargo, los resultados debelan grandes falencias, y por cuestión de lógica el devenir no será muy diferente.
La ausencia de gran parte de los líderes mundiales en la juramentación deja un mensaje claro: no reconocimiento y aislamiento como medida de presión al considerarlo ilegítimo y sin garantías democráticas. Para una economía como la venezolana que depende del relacionamiento exterior, resulta perjudicial esta situación. El oficialismo se queda con pocos “amigos” en una coyuntura internacional desfavorable, sin embargo, el apoyo de sus aliados buscará equilibrar las correlaciones de fuerza, aunque dependerá de la misma vulnerabilidad del sistema. Maduro, ¿subsistirá? Mientras tanto, es un círculo vicioso de intereses donde el mayor perjudicado es el ciudadano de a pie, nuevamente.
Este artículo expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente la de la organización en su totalidad. Students For Liberty está comprometida con facilitar un diálogo amplio por la libertad, representando opiniones diversas.