Ocaso de la humanidad: la propiedad como lo desconocido
Los tiempos modernos en los que vivimos se caracterizan por el famoso Carpe diem, un tópico literario que profesa aprovechar el hoy, porque no habrá mañana. La filosofía planteada en la modernidad líquida es un atentado para todo lo bueno y correcto en el ser humano (siempre y cuando, se tome correcto a lo que produce un futuro positivo para el individuo).
Juan Ignacio Seballos Coordinador Local de EsLibertad Argentina |
Los jóvenes de hoy son el producto de la eliminación de la responsabilidad en la mente del ser humano. Hoy y más que nunca, el individuo no es libre. Lo individual está perdido en una nebulosa colectivista, la sociedad líquida, que ataca constantemente la moralidad capitalista y libertaria.
La sociedad líquida pasó a ser un opio para los problemas que sufren los individuos incipientes, mancomunados en el proceso de liberar culpas y soltar responsabilidades, entregar su vida a la vocación paternalista de la clase política, y vivir de lo que tienen en el día a día.
Este conjunto filosófico (negativo) trae consigo la destrucción de la propiedad privada, que venía sobreviviendo a los ataques constantes por parte de la clase política. Esta modernidad significa la desaparición de la propiedad privada del todo, y su consumación de la faz de la tierra.
Producto del paternalismo (demandada por la sociedad y ofertada por los políticos), la propiedad (y debemos dejar de llamarla propiedad privada, ya que la única propiedad que hay es la privada, y todo el resto es robado) ha sucumbido ante la avasallante embestida de los políticos.
La inexistencia de la propiedad, supone un desconocimiento total sobre los límites de acción del individuo. ¿Cual es linde de la acción individual? Ninguno. Nadie posee nada, siquiera su propia vida. Todo está delegado a la decisión divina y celestial de la [in] justicia que proveen los políticos, quienes dictan sus propias leyes, impartidas e impuestas por sus propias fuerzas de [des] orden. Todo es justo, nada es punible. Todo es aceptado como correcto, inclusive hasta lo más degradante para la Libertad.
La libertad quedó relegada a la nada. Su inexistencia destruye y destruirá la poca moral positiva que sobrevive en estos tiempos modernos. Igualmente, no todo es negativo. A pesar de todo, siguen habiendo individuos que luchan al Leviatán Rojo (al Estado, no al comunismo), y es por esa lucha que sigue habiendo un mínimo de esperanza. Y esta esperanza no la creo como a nivel general, de decir que el futuro puede cambiar; no. El futuro está perdido, la sociedad no tiene salvación.
Esta esperanza de la que hablo es la que se mantiene por y gracias a los anarquistas. Los libertarios (en el original y único sentido de la palabra, anarquistas en todas sus variables) somos el último bastión que le queda al individuo -no a la humanidad- que sea rescatable de las garras de la perversidad filosófica que plantean los tiempos en los que vivimos.
Esta publicación representa únicamente las opiniones del autor y no necesariamente la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog de Estudiantes por la Libertad abogamos por el respeto a la libertad de expresión y el debate de las ideas.